Un pueblo de ensueño

AutorAnaline Cedillo

XILITLA, San Luis Potosí.- Ya urge que lleguen a la mesa los platos con enchiladas potosinas, acompañadas de trozos de cecina, aguacate, frijoles refritos y quesito fresco.

La caminata por el Jardín Escultórico Las Pozas, situado a unos tres kilómetros de Xilitla, no sólo es fantástico, sino que abre el apetito.

Rodeados de cerros verde esmeralda, entre los que destaca el de la Silleta, por su forma que remite a una silla para montar a caballo, se saborean las preparaciones de la región en la terraza al aire libre del restaurante Cayo's, que tiene fama de preparar algunos de los mejores platillos del pueblo.

Con algunos de sus antojos satisfechos, lo mismo viajeros nacionales que extranjeros recorren a pie las calles alrededor de la plaza principal o Jardín Hidalgo, donde algunas parejitas ocupan las bancas, los niños juegan en la fuente sin agua y los vendedores ofrecen elotes, dulces y helados.

Afuera de un comercio, canastas desbordadas con chiles morita, bandeños y chinos, entre muchos otros, muy aromáticos y de colores que van del rojo al púrpura, comprueban eso que presumen los potosinos: es tal su variedad que pueden comer enchiladas por varias semanas, con un sabor diferente cada día.

Otro aroma dicta la siguiente parada en el recorrido. En la panadería "Don Nico", con casi 70 años de tradición, están saliendo piezas calientitas, irresistibles y perfectas para acompañar con una taza de café cosechado en la localidad.

Sobran las tienditas de artesanías donde se venden piezas de barro que representan músicos huastecos, máscaras, instrumentos de madera y joyería elaborada con granos de café.

De vuelta al Jardín Hidalgo, donde está el Ex Convento Agustino, pervive una de las costumbres de Xilitla, los peluqueros, cuya labor se remonta a los años 40, cuando llegaron los primeros provenientes de Querétaro (al suroeste del pueblo) y se instalaron al aire libre, en la calle Miguel Álvarez Acosta.

"¿Con paisaje o sin paisaje?", preguntaban por aquellos años a los clientes, lo que quería decir que si preferían que les cortaran el pelo viendo a la pared o hacia el horizonte sin construcciones.

Con el tiempo, algunos peluqueros consiguieron establecimientos cerrados, otros cambiaron las tijeras por máquinas eléctricas, pero aún es posible encontrar algunos originarios del pueblo, instalados en la calle, de lunes a domingo.

Si nadie se anima a un corte, el paseo puede seguir hasta la plaza principal, que en una de sus esquinas -Corregidora y...

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