La puerta falsa / Perseguido por la memoria

AutorGuadalupe Loaeza

Pocos han narrado el terror del exterminio judío con tanta intensidad e inteligencia como el escritor italiano Primo Levi (1919-1987). Este autor de novelas, libros de memorias y de poemas estuvo en Auschwitz entre febrero de 1944 y enero de 1945; no obstante, en los años de su encierro se dedicó a guardar la memoria del terrible genocidio cometido por los nazis. Dicen que sólo dos veces en su vida regresó a ese campo de concentración; la primera fue en 1965, y la segunda, en 1982. Este último año fue acompañado de profesores y estudiantes europeos, así como representantes de la comunidad judía. Esa tarde, fue entrevistado por periodistas de la televisión italiana, quienes le pidieron sus impresiones al volver a ese sitio en el que murieron tantas personas. Esta entrevista, que se encuentra en el libro Informe sobre Auschwitz (Reverso, 2005), Levi habló acerca de su percepción del exterminio una vez que habían transcurrido 37 años de la derrota de los alemanes. Aunque este escritor era un hombre completamente racional, y hasta puede decirse que optimista, encontrarse frente a un lugar tan significativo para su pueblo y su vida, le provocó una confusión de sentimientos.

Cuando entraron a Auschwitz, los reporteros Emanuele Ascarelli y Daniel Toaff le preguntaron: "¿Qué efecto le produce volver a este lugar?". La memoria de Levi volvió a 1944, tal vez para comparar lo diferente que era Europa 30 años más tarde: "Yo atravesé estos campos invernales y la diferencia es total, porque el invierno polaco era, y sigue siendo, un invierno rudo, no como el invierno al que estamos acostumbrados en Italia. Aquí la nieve se mantiene durante tres, cuatro meses, y éramos incapaces de resistir el invierno polaco, como prisioneros o después. Yo recorrí estos campos como un ser a la deriva, como una persona desesperada y perdida, en busca de un baricentro, de cualquiera que fuera capaz de acogerme. Era verdaderamente la desolación hecha paisaje".

Pero tal vez la imagen que más lo conmovió fue la de unos trenes que se veían pasar. "Resulta que precisamente los trenes de mercancía son el desencadenante, lo que me causa mayor impresión; aún hoy cuando veo un vagón de mercancías, y aún más si subo a uno de ellos, me produce una violenta impresión, los recuerdos regresan, en fin, mucho más que al volver a ver paisajes y lugares, incluso Auschwitz".

¿Qué historias detonaban esos rieles y esos trenes? Con toda seguridad, esa tarde en Auschwitz recordó su juventud...

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