PULSO ECONÓMICO / Los Mercados

AutorJonathan Heath

Los mercados funcionan mediante la interacción de la oferta y la demanda de los bienes y servicios. Esta interacción es por mucho el mecanismo utilizado para asignar estos bienes y servicios entre lo que los economistas llaman "agentes económicos", que no son otra cosa más que los hogares, empresas y gobiernos. La teoría microeconómica establece que, si operan bajo condiciones de competencia, la asignación resultante es eficiente si no es que óptima. ¿Qué significa competencia? Básicamente, que existe suficiente oferta y demanda que resulte prácticamente imposible que una sola persona o empresa puede influir en el precio o en la cantidad ofrecida o demandada.

El primer problema que aparece es que casi no existen mercados que operan bajo competencia "perfecta", por lo que en más casos que no, la asignación no es tan eficiente. Cuando nos vamos a los extremos de mercados oligopólicos (pocos actores), la asignación resultante puede incluso llegar a extremos de abuso. El segundo problema es que en muchos casos existen lo que se le llama economías "externas", es decir, que la operación de un mercado crea problemas o costos que no se reflejan propiamente en el mercado. Un tercer problema es que en la mayoría de los casos no fluye de forma eficiente la información misma del mercado, por lo que diferentes "agentes" tiene diferentes grados de información. A esta lista incipiente, podemos agregar muchos más que hacen que numerosos mercados no operan propiamente, creando problemas no solo de asignación, sino incluso sociales y hasta morales.

Aquí es donde entra el Gobierno, que en principio busca complementar, corregir, regular y a veces hasta sustituir los mercados para mejorar la asignación de bienes y servicios dentro de la sociedad. Existen algunos casos muy obvios que muy pocos van a discutir, como por ejemplo, proveer ciertos bienes públicos, establecer seguridad pública y ayudar a resolver disputas. Creo que la mayoría estará de acuerdo en que el Gobierno implemente ciertos programas sociales dirigidos a las clases menos favorecidas. Sin embargo, también hay casos extremos en que el Gobierno se pone a competir con el sector privado o incluso, lo desplaza sin mucho sentido, a tal grado que desperdicia recursos escasos o incurre en riesgos innecesarios. ¿Cuál debería ser el balance?

No hay respuesta única. Los de la extrema derecha opinan...

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