Rafael Alarcón / Fuera de serie

AutorRafael Alarcón

Cada vez que voy a ver jugar a Lorena Ochoa a un torneo de la LPGA me convenzo más del enorme cambio como organización que ha tenido la gira.

Hasta hace unos años el enfoque era exclusivamente en la parte profesional, sin importar las personas. Hoy en día, la LPGA se asegura que cada semana los torneos sean todo un confort para las profesionales, quienes en algunos casos hacen del torneo su hogar, por eso la organización incluye todos los servicios, y de primera.

Las jugadoras que viajan con sus hijos tienen a su disposición guarderías y maestras que cumplen con los programas escolares aprobados en cualquier colegio.

Ahora también tienen los servicios de las compañías de bastones, que a través del golf profesional empujan sus productos para llegar a los consumidores; si alguien desea cambiar cualquier bastón, en sólo minutos puede tener uno nuevo ajustado a sus especificaciones.

A las que le gusta estar en buena forma física, un autobús con todo el equipamiento y tres fisioterapeutas, quienes supervisan los programas particulares de entrenamiento físico y ayudan a rehabilitación de lesiones, las sigue cada semana para que las jugadoras puedan mejorar el físico.

En lo religioso están los grupos de apoyo, las jugadoras de juntan a compartir y convivir por lo menos una vez a la semana.

Sin embargo, los chiqueos y el glamour de la vida profesional tiene su cara dura cuando el juego no va bien o la vida fuera de la cancha se complica, o el sacrificio pasa a ser una carga, como es el caso de las jugadoras que portan grandes expectativas y los resultados no están a la par.

Las orientales son muy...

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