Rafael Aviña / Brutalidad muy familiar

AutorRafael Aviña

La corrupción policiaca y la débil frontera que separa la legalidad del crimen se ha convertido en un asunto cotidiano y el cine no ha escapado a esa atracción.

Código de familia (Pride and Glory/EU, 2008), dirigida por Gavin O'Connor, es una buena película, sin embargo, tenía todo para convertirse en una obra notable sobre el tema, tan impactante como Serpico (Sydney Lumet, 1973), o El rostro oscuro de la ley (Ron Sheldon, 2002) -escrita por David Ayer y el notable James Ellroy, quien ha descrito como nadie esos ambientes de podredumbre moral.

De entrada: un reparto de lujo, una historia de pulsantes lazos familiares al estilo de otro gran drama policiaco: Dueños de la noche (James Gray, 2007), un intenso guión del eficaz Joe Carnahan, realizador de la ultraviolenta Narc. Calles peligrosas (2002), una atmosférica banda sonora del imprescindible Mark Isham y una brutalidad sorda y latente, como la escena en la que el corrupto oficial Jimmy Egan (Colin Farrell) está a punto de quemar a un bebé con una plancha.

Quizá la falta de pericia de un realizador como O'Connor para mantener la progresiva tensión en la puesta en escena y un evidente problema de montaje que hace perder fuerza en las subtramas paralelas que se cuentan, le restan impacto a un filme con escenas muy violentas y poderosas.

Es el caso de la citada secuencia del bebé, o aquella en donde un joven narcotraficante hispano amenaza a Egan afuera de su propio hogar...

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