Rafael Aviña / Franquicia a la alza

AutorRafael Aviña

La de 007 Quantum (Gran Bretaña-EU, 2008) no parece una típica película de James Bond: no hay gadgets, no hay Q, no hay Moneypenny. Es más, ni siquiera se escucha al inicio el tema de 007 compuesto por Monty Norman y 007 jamás arremete con "Mi nombre es Bond... James Bond".

Asimismo, el humor y el sarcasmo brillan por su ausencia, y las connotaciones sexuales se reducen al mínimo. No obstante, la película 22 de la saga iniciada en 1962 con El satánico Dr. No es quizá la que más se aproxima al universo literario de 007 creado por Ian Fleming a pesar de no inspirarse en ninguna de sus novelas.

Más que una nueva aventura, se trata de una continuación que abre donde la otra terminó. Quizá 007 Quantum no tiene la vistosidad de Casino Royale (Martin Campbell, 2006), pero no demerita de la anterior, con una chica Bond obsesionada con el deseo de venganza.

En tan solo dos películas, sus guionistas han conseguido otorgarle una profunda dimensión sicológica y emocional al personaje de 007. Bond no sólo es un hombre de acción física y una máquina de muerte: es un hombre de obsesión con una psique torturada.

Quizás para muchos Daniel Craig no sea el mejor 007, pero su dureza y su lacónica interpretación proyecta interesantes sombras a un personaje de múltiples aristas.

La cacería que emprende el espía británico para encontrar a los líderes de la enigmática organización que obligó a Vesper Lynd (Eva Green) a traicionarlo, lo conducen de Italia a Londres, de Haití a Austria y de ahí a Bolivia, donde un repugnante villano que pasa como ecologista (Mathieu Amalric), intenta colocar a un dictador a sus órdenes, el General Medrano (aplausos para Joaquín Cosio) y tomar el control de la mayor fuente de agua fresca del mundo.

Marc Forster orquesta con enorme brío un notable filme de acción imparable, apoyado por el director de segunda unidad Dan Bradley, de la saga Bourne, un montaje de adrenalina pura y el soundtrack del talentoso David Arnold.

Los primeros 10 minutos: la persecución automovilística y la escena en la iglesia son en verdad un prodigio de tensión y vértigo, y...

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