Rafael Aviña / Dispara a la pereza generacional

AutorRafael Aviña

Ante la devastadora situación económica de nuestro País, la ignorancia de nuestros gobernantes y su rechazo a la cultura, la ceguera de las instituciones y funcionarios que se dedican a buscar salidas diferentes para una cinematografía sin rumbo, surge la respuesta inteligente de nuevos jóvenes cineastas y productores, empeñados en contar sus historias a pesar de la crisis económica y moral del País, y del medio donde se desenvuelven.

Es el caso de Temporada de Patos (2004) de Fernando Eimbcke, la que será sin duda la mejor película del año. Un filme sencillo en apariencia, que aporta varios y profundos trazos sobre la cultura del sinsentido juvenil y lo hace de manera entretenida, en la historia de dos niños-adolescentes que se encierran en un departamento dispuestos a consumir alimentos chatarra y videojuegos, al tiempo que son interrumpidos por una extraña y simpática vecina, un repartidor de pizzas y un apagón que cambia sus planes.

Es un domingo cualquiera en la Unidad Santiago Tlatelolco. Al ritmo del tema musical Un Pato, de Joao Gilberto (en una nueva versión de Natalia Lafourcade y La Forquetina), la eficaz cámara de Alexis Zabé en un limpio blanco y negro, capta instantáneas de los alrededores: una ciudad que se cae a pedazos pero que palpita en cada esquina, en sus graffitis y en sus canchas de basquetbol y columpios para los pocos niños que aún se atreven a salir a las calles. Juan Pablo, apodado "Moko" (Diego Cataño), y Mario, "El Flama" (Daniel Miranda), con su X Box, refrescos y botanas, son un retrato de una generación hedonista e irresponsable que en apariencia no aporta nada, con su lenguaje altisonante y expresiones vacías, o su insistencia en obtener dinero sin hacer nada.

Con una sola locación y cuatro personajes, Eimbcke, explora la pereza generacional de sus personajes y el rompimiento emocional que supone la vecina Rita (Danny Perea), cuyo pretexto es hornear un pastel ("Es mi cumpleaños, se les olvidó en la casa", dirá más tarde), y sigue el recorrido en motocicleta de Ulises (Enrique Arreola), el repartidor de pizzas, quien es obligado a subir por la escalera ocho pisos para hacer su entrega, y la discusión que provocan los supuestos 11 segundos de tardanza que equivalen a pagar o no el producto: un asunto que acaba -también en apariencia-, resolviéndose...

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