Rafael Aviña / El lado brillante de los efectos

AutorRafael Aviña

En 1920, el escritor checo Karel Capek concibió el término robot en alusión a esa suerte de imitación metálica de los humanos con sus mismas contradicciones: capacidad de ayuda y una amenaza para la sociedad.

De El Golem (1914) y Metrópolis (1926) a Transformers. El lado oscuro de la Luna (EU, 2011) de Michael Bay, las máquinas tienen la culpa y desatan por igual, la compasión y la maldad del hombre. Ese mínimo pretexto es en esencia la trama del ostentoso y entretenido mega blockbuster veraniego producido por Steven Spielberg.

Una vez más, se narra el ancestral enfrentamiento entre Autobots y Decepticons en la Tierra, con alguno que otro aderezo, como la atrayente presencia de la espigada modelo Rosie Huntington-Whiteley que sustituye a Megan Fox.

O la intervención de figuras de primer nivel desaprovechadas en su conjunto: Frances McDormand, como la insensible jefa de Seguridad Nacional, y John Malkovich, el obsesivo jefe del protagonista Sam Witwicky (Shia LaBeouf), quien busca trabajo para mantener a raya a sus padres y conservar a su guapa novia acosada por el poderoso jefe de ésta (Patrick Dempsey).

Tal y como en X-Men: Primera generación y, en menor medida, en Súper 8, como tendencia del actual cine fantástico, se evoca de nuevo a John F. Kennedy y los temores de la Guerra Fría, en esa carrera espacial por conquistar la Luna.

De hecho, se sugiere que la tripulación del Apolo 11 -cameo incluido del astronauta Buzz Aldrin-...

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