Rafael Ruiz Harrell/ Un código incongruente

AutorRafael Ruiz Harrell

El pasado miércoles 13 de noviembre el Distrito Federal adquirió un nuevo Código Penal. En la historia del México independiente ésta es la cuarta vez que la capital vive algo semejante. La primera tuvo lugar en 1871, cuando la comisión nombrada por el presidente Benito Juárez diez años antes concluyó al fin sus trabajos y entró en vigor el primer Código Penal del DF. La segunda sucedió 58 años después, en 1929, al publicarse el llamado Código Almaraz, que dio origen a tantas quejas y protestas que fue necesario sustituirlo apenas dos años más tarde, en 1931, por el Código Penal que el martes pasado pasó al archivo de las leyes históricas.

Necesidad

No hay duda de que ya hacía falta un nuevo código. El de 1931 tenía tiempo de ser el más viejo de la República. El que lo seguía en edad, y es ahora el decano, es el Código Penal de Campeche, en vigor desde 1975, ya que en la década 1980-1989, 14 entidades federativas cambiaron sus estatutos penales; 12 más lo hicieron entre 1990 y 1999 y cuatro más los renovaron después del 2000.

La prolongada vida del Código de 1931 se explica en buena medida por la especial situación jurídica del Distrito Federal y el hecho de que no contara con un órgano legislativo propio sino hasta 1998, mas también debe tenerse presente que desde su origen hasta el 19 de mayo de 1999, cumplió dos funciones diferentes, ya que era aplicable en toda la República en materia federal y en nuestra capital en los delitos del llamado orden común. A partir de la última fecha citada, se escindió en dos estatutos: el actual Código Penal Federal -que todavía está a la espera de una remozada-, y el Código que dejó de estar en vigor el pasado martes.

La necesidad de revisar a fondo el Código de 1931 era evidente no sólo por su vejez. La serie de reformas que se le habían venido imponiendo -690 entre el día que inició su vigencia y el año de 1999, de las cuales el 52 por ciento fueron posteriores a 1982-, favorecieron las consideraciones de detalle sobre la visión de conjunto.

La consecuencia final era una ley desordenada, incoherente, desequilibrada y llena de parches y agujeros. No bastaba ya con otra reforma. Era necesario repensar todo el código, reducirlo a lo verdaderamente esencial, darle orden y coherencia y desembarazarlo de cuanto fuera ineficaz, excesivo e inútil.

El proceso

El 4 de marzo del 2000 la Asamblea Legislativa del DF tomó el acuerdo de empezar a preparar un nuevo Código Penal. En noviembre de ese año los...

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