Rafael Segovia / Calderón y los suyos

AutorRafael Segovia

Los panistas deben estar temblando, después del discurso que se soltó el Presidente. Suponemos que lo preparó, porque en principio y por principio, un jefe de Estado debe hacerlo. Lo que no debe hacer en ninguna ocasión es hablar sólo ante los miembros de su partido por ser también gobernante, en estas fechas, de todos los mexicanos. Los probos y los corruptos, los inteligentes y los romos, los agudos y los torpes, muchos de los cuales se encuentran en su gobierno y militan en su partido. Cuando nos avisa que no se debe volver al pasado, que no quiere decir con ello que no nos vayamos a la cargada con el señor Peña Nieto que acaba de dar un espectáculo memorable acompañado por el obispo de no sé dónde, quien en su homilía le recomendó seguir los mandamientos de la doctrina cristiana, aunque se le olvidó mencionar el matrimonio que, mientras no se demuestre lo contrario, es también un sacramento, aunque se puede romper por dinero. No se sabe a dónde la Iglesia va a ir a parar.

¿Qué lleva a la gente que se divorcia a que se case de vuelta?, ¿el amor?, ¿el interés?, ¿la búsqueda de prestigio? Si no se es católico, no se ve la necesidad de volverse a casar a menos de ser político o que se haya abrazado otra profesión que exija tener una figura pública. Puede ser también una manera de conseguir ser obedecido por quienes profesen esa religión. Pueden existir todas las razones que se quiera, menos mantenerse dentro de esa religión -el catolicismo- porque en ese caso se rompe un voto de fidelidad dado a otra persona, aunque haya razones. Hubo, por ejemplo, un embajador de Cuba en España, que vio su matrimonio anulado, después de haber tenido siete hijos, por no haberse consumado el matrimonio. En la historia moderna de Europa tenemos el caso de la Gran Bretaña, donde el rey se divorcio y el país se separó de Roma y del catolicismo por este divorció. En fin, cada uno puede hacer de su capa un sayo, o mejor aún un chaqué -une jaquette- y hacerse acompañar por un montón de niños.

Pero ocupándonos de cosas más importantes, tenemos Cancún. Fue uno de los proyectos preferidos del Presidente. El país permaneció indiferente ante el cambio climático. Tenía que seguir gastando una fortuna en limpiar la atmósfera, después del costo del Bicentenario. La movilización de la secretaria Patricia Espinosa, a la que se envió a una multitud de naciones para convencerlos de que asistieran -de preferencia jefes de Estado- y el empeño de sus fondos en esta modificación...

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