Rafael Segovia / La lengua confusa

AutorRafael Segovia

Se puede suponer cuál fue la sorpresa de la mayoría de los embajadores acreditados ante el gobierno mexicano cuando leyeron una declaración del secretario de Relaciones Exteriores donde se declaraba que el embajador de la República Popular China había metido la pata. Días después volvía a insistir en el tema al decir que debía sacar la pata.

No se sabe dónde fue educado el señor secretario, pero todo permite suponer que no fue en una institución donde se preparaba a los futuros funcionarios del servicio exterior. Todos sabemos que nuestra manera de hablar varía de acuerdo con la persona a quien nos dirigimos. No usamos el mismo vocabulario para hablar con nuestro padre que para dirigirnos a un amigo en el patio del colegio. El señor Derbez parece ignorarlo. Como consecuencia, al intentar calificar una lamentable expresión del representante diplomático de China no se le ocurrió nada mejor que referirse, así no fuera más que metafóricamente, a su pata. Puede imaginarse cuál sería su reacción si leyera en un periódico extranjero que el representante de México firmó con la pezuña.

No es la primera vez -ni será la última- que nos encontramos con ese tipo de situaciones. El famoso, comes y te vas, del presidente Fox, dio la vuelta al mundo. En su caso y por el libro que publicó sabemos su desprecio por la educación y por las formas sociales. La cortesía le es ajena como a una multitud de sus colaboradores. La Secretaría de Relaciones Exteriores ha perdido, con algunos de sus nuevos funcionarios, el estilo, y el estilo significa una forma pero también un contenido de comportamientos. Seguramente en nuestra Cancillería sigue habiendo un personal educado como las reglas no escritas de la diplomacia mandan. Deben conocer el famoso incidente ocurrido entre Napoleón I, emperador de los franceses, y su ministro de Relaciones Exteriores, Talleyrand, quizás el mejor diplomático que haya existido, el más hábil, inteligente y traidor de todos. Exasperado Napoleón por su conducta fluctuante y desleal terminó por gritarle: "Usted es una mierda metida en una media de seda". Al salir Talleyrand, el producto más refinado del siglo XVIII, sólo dijo: "Lástima que un hombre tan grande sea tan mal educado". Sin tratarse de un gigante del pensamiento, es lástima que el jefe de la Cancillería no sepa elegir las palabras.

El caso del señor Derbez no es único. Es el más llamativo pues la Cancillería mexicana tuvo hombres y algunas mujeres -eran admitidas con...

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