Rafael Segovia / Un tribunal de papel

AutorRafael Segovia

El problema pretenden haberlo resuelto. Entre todos los conflictos que se dan todos los días en el terreno político, los miembros del Tribunal Federal Electoral le han dado, sin mayores disquisiciones, el triunfo a un representante de una corriente no se sabe si mayoritaria del PRD. Los procedimientos utilizados no sabemos hasta dónde llegan ni de dónde proceden. ¿Han hecho un recuento? ¿Tienen en su poder todas las actas que se redactaron después de la elección? ¿Se basaron sólo en su percepción del fenómeno electoral por cuanto dijo la prensa y algún otro medio de información?

Había que poner esta elección en la perspectiva de este momento antes de pronunciarse ante un fenómeno con el que se compromete el porvenir de todo el sistema político mexicano. Un tribunal no puede sentenciar sin todas las pruebas sobre un acto en el que se han pronunciado miles de personas y han manifestado una voluntad y un deseo político. No se puede ni manifestar un tribunal ni nadie que tenga una capacidad mandataria sin que se sospeche de sus intenciones. Menos aún, pronunciarse sobre un hecho político. Tendrían primero que demostrar que ellos son absolutamente ajenos a cualquier acto político, cosa que no hacen al no dar explicaciones claras. Por el contrario, acuden a un galimatías que no encuentra apoyo en nada, más que en su pretendida buena fe.

La vida interna de un partido no puede estar supeditada a ningún tribunal. Ser miembro de un partido es un acto voluntario, no determinado por ninguna ley, piensen lo que piensen estos jueces. Serán las disposiciones internas del partido dictadas por él mismo las obedecidas. Tan pronto como el tribunal se inmiscuye en sus disposiciones se acabó la democracia. Si las instancias internas ofenden a tal o cual tipo de individuo, éste con no adherirse, por votar por su rival o por adherirse a otro de oposición, todo queda arreglado. Si un hombre o mujer cualquiera le solicitara al PAN que renunciara a sus rancias ideas, el PAN no haría el menor caso de la sugerencia.

La vida interna de los partidos es un asunto privado; el tribunal, al dar su "sabia" decisión, no hace más que ponerse en ridículo con su fallo, más bien con su falla. Si las elecciones no satisficieron a Los Chuchos aunque sean de una raza seductora para algunos y repelente para otros, se quedaran sin comité ejecutivo o sin comité de apelaciones, esto es un asunto interno y se quedara manco o cojo o ciego, es cosa del partido y más allá de la democracia.

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