Un realismo profundo

AutorEmilio Carballido

A partir de 1950, una nueva generación de autores apareció en los escenarios mexicanos. Conocida por primera vez a través de un concurso nacional, Luisa Josefina Hernández provocó de inmediato una curiosa reacción de desconcierto e inseguridad en los críticos: la obra revelaba a alguien más inteligente que ellos y que poseía, además, un don gratuito de originalidad. La cual no proviene de rebuscar formas, sino de poseer enfoques claros y profundos de la realidad y de tener los instrumentos artísticos para transcribir con claridad esta visión. Una mujer aparecía, situándose de igual a igual con los autores varones. Se rompía esa división con las autoras femeninas que había sido fomentada por comedias como las de Catalina D'Erzell y Julia Guzmán, entre otras, especializadas en enfoques domésticos y en el mundo de la mujer. La nueva autora presentaba a sus hombres y sus mujeres como seres humanos dentro de la misma circunstancia, y si había de ocuparse, más de una vez en su carrera, de la situación de la mujer en la sociedad, no lo haría con más "femineidad" que Ibsen.

Salvador Novo y Celestino Gorostiza reconocieron enseguida ante quién estaban, y de varias maneras demostraron su interés por el talento de la recién llegada. Pero le tocó a Seki Sano ser su director, amigo, colaborador y también su maestro, en el sentido que lo fueron Fernando Wagner y Novo para otros jóvenes dramaturgos.

En 38 años, la obra de Luisa Josefina ha sido fecunda y notablemente pionera: precursora del llamado teatro del absurdo (Los duendes), también del brechtianismo (Historia de un anillo, La paz ficticia, La fiesta del mulato) y del teatro didáctico latinoamericano, capaz de un realismo refinado y profundo (Los frutos caídos, Los huéspedes reales) o de un teatro expresionista sacramental (Auto del divino preso, Danza del urogallo múltiple), su creación ha ido abriendo caminos y en un momento dado se fraccionó: inició una abundante producción novelística de suprema importancia, que no ha sido valorada en toda su magnitud artística y social, y que tampoco ha sido publicada en su totalidad. No ha cesado, sin embargo, de darnos dramas y la lista de sus títulos se acerca al medio centenar (a ese número se acercan también sus novelas). Sus últimos estrenos, en México, han sido En una noche como ésta y Habrá poesía, ambas montadas por la Escuela de Arte Teatral; en San Francisco, traducidos por William I. Oliver, se han representado varios diálogos de La calle de la...

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