Rebanadas / Aciertos y fallas

AutorCony De Lantal

Dulce amargo

Me queda claro que las dos peores mesas en un restaurante son la de la entrada y la que está junto al baño y esto lo saco a colación por lo que el otro día nos ocurrió a mi marido y a mí en el Guría de Santa Fe en Javier Barros Sierra 555, la sucursal de aquél de la Roma, donde hizo la respectiva reservación al 5292-5544, para no tener problema en la llegada.

Cabe decir que fuimos especialmente tempraneros, de hecho cuando entramos al lugar había escasamente dos mesas ocupadas. Sin embargo y de ahí viene mi observación en la ubicación de las mesas, sorprendidos quedamos cuando la "Dulce" hostess (ese es su nombre) nos sentó en una de la mera entrada, como si hubiéramos llegado tarde a nuestra reservación o como si ni siquiera la hubiéramos hecho.

De inmediato y viendo que todavía no había comensales él le pidió a la señorita que nos diera alguna de las mesas que da a un jardín con vista desde un enorme ventanal, sin embargo ella le comentó que ya todo estaba reservado. Obviamente esto nos pareció muy extraño, pues resultaba raro que estando tan grande el lugar y habiendo más de 10 mesas junto a la ventana, ya no hubiera ni una más para nosotros o inclusive en otra zona del amplio restaurante, pero no... ella nos quería en la mera entrada.

Para no hacerles el cuento largo en el momento en que nos fuimos del restaurante después de haber degustado de ricos platillos todavía quedaba una mesa vacía junto a la ventana. Así es que ya nunca supimos porque la tal Dulce nos ubicó ahí, ¿le habremos caído mal?

Hay que señalar es que a pesar del servicio poco grato de la hostess, éste contrastó con el de los meseros que en todo momento fue amable y eficiente, incluso podías pedirle algo a cualquiera y aunque no fuera el designado para tu mesa, te traía lo que le ordenabas rápidamente.

En cuanto a su cocina concretamente, la verdad es que comimos muy rico a pesar de sus imprecisiones. De entrada disfrutamos de un jamón serrano de $120, muy bien presentado y delicioso, así como unas croquetas de $65 que también estaban riquísimas. Lo que fue curioso fue el plato fuerte de mi marido que ante la sugerencia del mesero de pedir el platillo del día, ordenó un cordero asado con ensalada de $250, lo más curioso es que a pesar de la recomendación resulta que lo que le sirvieron fue un cabrito, muy bueno por cierto pero un cabrito no un cordero, ¿qué distinto... no?

Yo disfruté de un bacalao del chef de $250 que valió mucho la pena para cerrar con...

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