Rebanadas / Austero, pero sin sacrificio

AutorCony Delantal

Mi prima Fátima está viviendo bajo los principios de este nuevo gobierno, es decir, con austeridad. Sucede que, desde que se divorció, debe cuidar mucho más los recursos del hogar.

Así que cuando me dijo que quería que comiéramos, supe que debía proponerle un lugar modesto. Casi de inmediato pensé en Koku (Río Lerma 94B), restaurante japonés que tiene una carta amplia, platillos vastos y precios accesibles.

Sobra decir que un lugar con estas cualidades suele estar a tope, aunque pude reservar de último minuto. Pedí que nos sentaran en su jardín, ubicado al fondo de una casa con acentos vintage y contemporáneos.

Mi querida Fátima ha aprendido algunos trucos para gastar un poco menos, pero no ha sacrificado el buen diente; ya verán todo lo que comimos.

Abrimos con una orden de dumplings ($70) con carne de cerdo y verduras, que por error sirvieron en la mesa contigua. Los comensales, pensando que eran cortesía de la casa, se los comieron enseguida.

Al notarlo, nuestro mesero trajo una orden más. Pronto, nos sirvieron seis piezas de tamaño regular que podían disfrutarse con salsa de soya tradicional o con una de notas más cítricas. Un toque ligeramente agridulce, que no terminó de gustarnos, se siente inmediatamente en boca.

Nos agradó mucho más el siguiente tiempo. Ella pidió media orden de kanuki ramen ($75), que llevaba tocino de cerdo preparado y huevo; mientras que yo opté por el buta kimichi udon ($65, media orden). Fideo udon, cebolla china, tocino y agedama (trocitos de harina) dan vida a un ramen picante que complace al paladar. Ambos resultaron un acierto.

Ya comenzaba a sentirme satisfecha, pero mientras ordenaba una garrafa del sake de la casa ($190), mi querida se despachó dos 'tacos'.

El primero, llamado nanban fish ($80), no es más que pescado blanco, nueces, verduras y cilantro, envueltos en una tortilla de harina.

El segundo, un spicy jaiba suave ($80), se prepara con aguacate, lechuga, salsa spicy y de anguila, cebolla frita, cebollín y jaiba. Este, por el sabor del crustáceo, le gustó mucho más que el anterior.

Al calor de un buen sake frío, me animé a pedir un tiradito de hamachi al centro ($150), aunque esta vez tuvimos que esperar un poco, pues nuestro mesero, un tanto disperso, olvidó ordenarlo al momento.

En tanto, observamos el jardín prácticamente lleno. Varias familias y grupos de amigos también disfrutaban cervezas orientales, yakimeshis y rollos bajo el sol de la cálida tarde. Poco a poco, el servicio fue...

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