Rebanadas / Festín griego

AutorCony Delantal

El pasado fin de semana acompañé a una de mis sobrinas a buscar unos lentes en una óptica de la Roma que me fascina, pues tiene modelos vintage y una que otra joyita. Ya estando ahí, y una vez que mi querida compró lo que necesitaba, yo aproveché y adquirí unos de sol.

Al terminar nuestra jornada de compras caminamos un rato. Quisimos comer en Contramar, pero estaba a reventar, así que continuamos hasta encontrar una sucursal casi nueva del restaurante Mythos.

Ya les había hablado un poco sobre este espacio griego, que abrió sus puertas hace un par de años en Polanco, y que debido al éxito ahora tiene una sucursal más, esta vez muy cerca de la Cibeles.

La estética del espacio, aunque ligeramente distinta y un poco menos rústica, se mantiene fresca y vibrante. Su atmósfera invita de inmediato a disfrutar un buen coctel y probar lo mejor de la gastronomía de las islas griegas.

Nosotras nos sentamos en la parte de afuera, donde pronto le dimos gusto al paladar con una orden de keftedakia ($120). Estas albóndigas de ternera con hierbas finas llegan en dos brochetas acompañadas con un par de rodajas de cebolla y un dip de yogur con notas de menta. De sabor estaban muy bien, por lo que nos funcionaron perfecto como entrada.

Como la carta de platos principales es vasta y sabíamos que íbamos a tardar un poco en decidir, mi sobrina pidió una orden de oktapodi sti skára ($270), una especialidad de la casa. Este pulpo, preparado a las brasas y marinado con arúgula, alcaparras, orégano, aceite de oliva virgen y limón, está estupendo para picar.

Mi querida sobrina, aún indecisa entre el cordero y un gyro (carne asada sobre pan pita), terminó por ordenar un corte grueso de cordero ($360) que se prepara a las brasas y se sirve con papas fritas de la casa.

Me dijo que el plato cumplía, aunque no era nada del otro mundo. Eso sí, satisfizo por completo su hambre.

Yo tampoco pude decidirme fácilmente. Me hacían ojitos el plaki ($380), que es un huachinango al horno, y el griego canadiense ($390), un filete de salmón que lleva jarabe de maple y eneldo.

Finalmente, opté por la recomendación del mesero: un plato llamado makaronada tou psara ($260), que es linguini con calamares, camarones y mejillones en salsa de jitomate y hierbas frescas.

A diferencia de las pastas italianas, en ésta prevalecía el sabor de la pimienta; las notas de crema y mantequilla no aparecieron nunca. Por cierto, agradecí que la porción fuera exacta para una persona.

Concluimos nuestra...

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