Rebanadas / De un lado para otro

AutorCony Delantal

Esta semana me pasó lo que nunca. Siempre reservo con tiempo en el espacio gastronómico que visitaré, pero como mi hermana me invitó de sorpresa, nos arrancamos sin siquiera llamar al restaurante.

Vaya error. Llegamos a Parcela, un lugar a pocos metros del Mercado Roma, solo para enterarnos de que la espera sería mayor a dos horas, pues como tienen área de juegos para los niños, los comensales suelen alargar la sobremesa.

Por sugerencia mía nos movimos a Toledo Rooftop, una terraza en la Juárez que también se me antojaba muchísimo conocer. De camino intenté llamar, pero es una pena que su página no tenga horarios ni teléfono.

No tuvimos mejor suerte, pues el espacio estaba cerrado. Justo cuando yo llegaba, tres mujeres, súper arregladas y ya como en plan de ligue, se llevaron la misma decepción.

En ese momento decidimos comer en Casa Bell (Praga 14); total, ya estábamos cerca y ése es uno de los restaurantes favoritos de mi marido porque siempre se come riquísimo.

Me dio gusto volver a entrar a este espacio tan apacible por la pequeña fuente que está en el centro de la terraza. El ambiente, además, se presta para platicar a gusto.

Entre semana, políticos y empresarios de la zona frecuentan este restaurante en el que la atención siempre es de lo mejor, y ese día no fue la excepción.

Nos sentamos en la terraza y nos apresuramos a pedir las tostadas de marlín ahumado ($173) mientras le echábamos ojo a los especiales del día.

Mi hermana me pidió que compartiéramos una sopa, así que ordenamos el caldo loco ($112) dividido en dos porciones. Como fuerte, se me antojaban el tradicional filete Chemita ($389) o el pavo al horno ($258), pero finalmente opté por las gaoneras de filete ($389).

Contrario a mí, mi pariente no dudó sobre su plato principal y ordenó las puntas de filete ($373). Mientras observábamos a los pequeños que jugaban en el área infantil, llegó a nuestra mesa una soberbia entrada.

Cuatro tostadas de marlín ahumado, que llevan un poco de cebolla morada y queso rallado, fueron un gran comienzo. No hizo falta más que agregarles el toque picante de la salsa verde para que fueran aún más ricas.

En Casa Bell el servicio siempre es eficiente, así que pronto teníamos una sopa calientita con queso y pollo a la que le agregamos aguacate, cebolla y chile. Al estar dividida en dos porciones, no nos resultó pesada y pudimos disfrutar el fuerte a la perfección.

Mi hermana se consintió con unas puntas de filete que se sirven acompañadas con arroz...

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