Rebanadas / Entre martirio y placer

AutorCony Delantal

Alegría

Me quedé de ver con unas amigas en el restaurante Alaia, ubicado en San Jerónimo, cerca de la glorieta del mismo nombre, dónde hay un tráfico desquiciante cuando llegan los policías a manejar los semáforos. Con eso de que está en obra el Periférico quieren ayudar y resulta contraproducente.

Llegamos como a las dos y media, y todavía no había mucha concurrencia pero luego se fue llenando el lugar. Ya llevan tiempo y por algo será, comenzando por el servicio son cálidos y amables.

Alaia significa alegría en vasco y de ahí es su cocina, hay un buen surtido en mariscos, pescados y carnes.

Nos recomendaron unas ricas tostadas de jaiba guisada y pimientos del piquillo con relleno cremoso de bacalao, una delicia. Su cocina la sentí mejor que en anteriores visitas.

Como platos fuertes, una de mis amigas eligió un atún aleta azul a la parrilla con salsa Vizcaína y la otra un salmón fresco con salsa de maracuyá y naranja, tan dulce como ella. Ambos con ingredientes de primera y el pescado fresco y delicioso.

Yo pedí el solomillo prime con anchoas y champis sobre papas a lo pobre. Qué carne, al punto, suave y jugosa. Deleitaron nuestros paladares.

Además la instalación es cómoda por sus altos techos y grandes ventanales. Para los fumadores tienen terrazas amplias y los fines de semana los niños la pasan bien pues tienen un cuarto de juegos.

No podíamos irnos sin un postre, pedimos el fondante de avellanas y una tartaleta de limón. Gran final. Ya entiendo porqué siempre se ve movido el Alaia.

Un martirio sacar el pasaporte

Cuando se sacaba el pasaporte en la Benito Juárez, hasta para los que no vivimos en esa delegación, era una muy buena opción. Hacías cita, te recibían rápidamente, entregabas papeles, en unos minutos estabas fuera y luego recogías tu pasaporte en la tarde. Pero como las autoridades se dedican a echar a perder lo que funciona, decidieron trasladar las oficinas a un superedificio en Insurgentes Sur. Seguro esa renta a los que pagamos impuestos nos cuesta un ojo de la cara. Para colmo son gigantes, llenas de cajas pero sin personal. Hay dos personas atendiendo y como más de 10 módulos vacíos. Ahora que tuve esta terrible experiencia lo platiqué con amigas y su experiencia fue idéntica.

Te hacen entregar papeles para que los revisen demasiadas veces; te van pasando a otra sala y a otra, y el trámite sigue y parece interminable. No te dejan ir hasta que te entregan el documento, pero te avientas mínimo tres horas y media, como si...

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