Rebanadas / De eso pido mi limosna

AutorCony Delantal

FAVORCITO EN SEMANA SANTA

Si esta Semana Santa se les ocurre ir a pasear al Centro Histórico y estando por ahí escuchan la palabra limosneros, no se echen luego luego a correr.

Y es que Limosneros es precisamente el nombre de un inesperado restaurante de cocina mexicana de autor al que hay que asomarse.

El lugar está en Ignacio Allende 3 y por lo que me enteré pertenece a los mismos dueños del legendario Café Tacuba. Creo que al bisnieto del fundador.

Aquí no se van a encontrar con chilaquiles ni chocolatito caliente como en el famoso Café. En Limosneros el chef Marcos Fulcheri, de Argentina, y Carlo Meléndez, de México, ofrecen artísticos platillos en medio de cuatro paredes hechas de piedra volcánica, tezontle y cantera.

Fue mi hermana la que me llevó hasta allá con el pretexto de invitarme a comer a un lugar que me iba encantar. Pero en realidad su invitación fue un mero anzuelo porque más bien quería pedirme un favorcito.

El lugar está lindo, moderno y mexicano con una barra al frente de la que cuelgan unas damajuanas con distintas variedades de mezcal. Aquí no venden marcas embotelladas sino puras variedades traídas directamente desde Oaxaca. Prueben al menos una.

Visiblemente sorprendida de encontrarme con un lugar así en el Centro en donde por lo general no salimos de los mismos restaurantes de antaño, nos arrancamos con las entradas.

Al centro llegaron los tacos de venado ($134), servidos en molcajete con frijolitos y una salsa prehispánica de pepita. Estuvieron verdaderamente deliciosos.

También nos cerraron el ojo las flautas de flor de jamaica orgánica ($75) acompañadas de crema y queso, y un poco de guacamolito para untárselo. No estuvieron mal, pero la jamaica perdía sabor.

Fue en el inter de los platos fuertes que mi hermanita empezó a preparar el terreno, pues me dijo que su marido la había sorprendido con un viajecito para próxima semana a Huatulco. "Estoy muy emocionada", me dijo. La idea, remató, era ir en plan romántico.

No sé si esperó a que yo reaccionara, pero fuera de un "uy qué envida", no se me ocurrió por dónde iba la cosa.

Así que llegaron los segundos tiempos. Mi hermana, que ya había pedido un pulpo a la parrilla ($240), y yo unas costillas limosneros ($216). Los dos platillos con una presentación de primera. Las porciones tirándole a pequeñas, como es normal en los restaurantes de cocina de autor.

El pulpo eran dos tentáculos a la parrilla cubiertos de chícharos y bañados en tinta de calamar con miel...

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