Rebanadas / Reconciliación con el japonés

AutorCony Delantal

Una de mis cuñadas y yo acordamos salir juntas para que nuestros respectivos maridos pudieran ver a gusto el partido Rusia contra Croacia del sábado pasado, así que nos fuimos a dar una vuelta por Artz Pedregal.

Luego de caminar por la plaza y comprar uno que otro caprichito, nos dirigimos al Suntory para comer.

En este centro comercial sólo están abiertos El Bajío, Hunan y este famoso restaurante que estrenó sucursal y al que me dirigí. Ya se imaginarán que los tres están a reventar.

Por fortuna, no tuve que esperar mucho para pasar al área de teppanyaki donde, para mi sorpresa, la gente disfrutaba con gran entusiasmo el partido. O sea que, sin querer, también terminé por echarle ojo al juego.

Luego de una rara y mala experiencia en la sucursal de la colonia Del Valle, tenía un buen rato de no pararme por el Suntory, así que creí que ya era tiempo de reconciliarnos.

Les cuento que este nuevo espacio se encuentra en la planta baja de la plaza y al interior reina la tranquilidad típica de las otras sucursales. Su terraza da hacia el interior de Artz Pedregal, pero nosotras preferimos el comedor cerrado.

Para comenzar ordenamos las tradicionales almejas a la mantequilla ($270), que con sólo un toque de salsa de soya resultan deliciosas. Esta entrada es clásica y, cuando se deshace en boca, una sabe por qué.

Mi cuñada se siguió con una sopa misoshiru ($83), la tradicional de soya, que desde años es de sus favoritas. La pasta de miso, el sutil sabor del tofu y el toque de algas hacen de esta sopa un ideal para los días fríos.

Ordenamos también un yakimeshi mixto ($104) y, como principales, rollo de langosta ($262) y teppanyaki de pollo ($280), todo para compartir.

Entre que pedimos los alimentos y llegó el cocinero pasó un largo rato, menos mal que fue súper amable e hizo magia en esa plancha; sólo así se me olvidó la espera.

Pronto comenzó a preparar nuestro arroz frito con pequeños trozos de verdura, huevo, camarón y carne de res. El resultado fue de lo mejor.

Mientras comenzaba a hacer el teppanyaki, llegó directo de la cocina un estupendo rollo de langosta que lleva sólo un toque de aguacate. Un acierto fresco y de inmejorable sabor.

En breve nos consentimos también con el teppanyaki, que lleva verduras, papa y pollo, y que acompañamos con chiles toreados. Nos pareció riquísimo.

Como comimos cual reinas, nos saltarnos el postre, porque ahora sí habría sido pecado.

Sobre la calidad de los alimentos no tengo queja, todo fue una delicia y esta...

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