Rebanadas / Roma decembrina

AutorCony Delantal

ÁRBOL SIN DECORAR

¿Ustedes ya pusieron su árbol de Navidad? Yo cada diciembre estoy peor. Entre los compromisos de mi marido y las intensas de mis amigas con sus cenas, comidas y reuniones de fin de año, con trabajos tengo tiempo para poner el dichoso árbol, el nacimiento y demás. Mis hijos no cooperan pero eso sí, se quejan de lo lindo de que en su casa todavía no hay espíritu navideño. Ingratos.

Para lo que siempre hay tiempo es para descubrir nuevos restaurantes. Esta vez el descubrimiento se lo debo a mi sobrina, quien nos recomendó a mi hermana y a mi un lugar que se llama Montés,en Plaza Villa Madrid. Para que me entiendan, está justo en la Glorieta de las Cibeles, en la Roma, muy cerca del Contramar.

Al parecer el restaurante tiene además un antro del mismo nombre que es muy concurrido por los jóvenes y está pegadito; de ahí que mi sobrina estuviera enterada.

Total que hicimos caso a su sugerencia y llegamos a este restaurante encantador, un poco escondido tras el follaje de unos árboles que sirven de cobijo a su agradable terraza.

Nosotras preferimos el interior con paredes de ladrillo, libreros de madera y una atmósfera entre rústica, campirana y conservadora que nos pareció deliciosa.

La carta es de cocina internacional y tiene algunos platillos memorables que por lo que supimos se han ido consolidando en el gusto de los clientes por dos años.

De las entradas calientes nos atraparon el dip divorciado ($168) y los tacos de agua ($198). Ambas súper abundantes.

El dip divorciado venía en un pequeño recipiente. De un lado traía dip de alcachofa y del otro, ricas espinacas cocidas. Todo cubierto de una costra de queso gratinado. Para acompañarlo había unos crotones. Estaba calientito, cremoso y delicioso. Los dos ingredientes con mucha presencia en el paladar.

Los tacos de agua también fueron una sorpresa. En una plancha caliente llegaron a la mesa unas carnitas de atún bien cocidas y desmenuzadas, y unos camarones estilo Rosarito. Cebollita al centro y chiles toreados. Para taquearlos, unas mini tortillitas de maíz y otras de harina. Mis favoritos fueron los de atún con cilantro y cebolla, unas gotas de limón y salsita roja.

Después de hacer una pausa, mi hermana se decidió por un risotto negro ($165) con tinta de calamar y sepia. Yo opté por una de sus especialidades: el short rib braseado por 48 horas ($295).

Las dos elecciones fueron acertadas. El risotto llegó en un plato hondo de porcelana que contrastaba con el negro de un...

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