Rebanadas / Por los rumbos del norte

AutorCony De Lantal

Bistrot Mosaico

El siempre concurrido Bistrot Mosaico fue en esta ocasión la elección que hicimos mi marido y yo, sólo que optamos por el de la sucursal de Guillermo González Camarena 800 en Santa Fe, la cual no habíamos tenido el gusto de visitar.

Les confieso que me quedo con la instalación de San Ángel por ser la más acogedora y agradable, ya que se encuentra en una casa muy propia de esos rumbos, que cuenta con espacios que te hacen sentir en un ambiente más cálido.

En contraste, este nuevo restaurante se ubica en un edificio moderno, sin embargo no quiero quitarle mérito a este de Santa Fe, pues tampoco es tan frío y habría que agradecer su servicio y como siempre la calidad de su cocina que posee un sazón muy particular.

Tuvimos la fortuna de hacer una reservación y como sabemos de la demanda que hay en estos Bistrot, llegamos muy puntuales para no perderla.

De hecho, vimos como se fue llenando hasta no quedar una sola mesa vacía en en el lugar en uno de los primeros días de la semana.

Algo están haciendo bien, que en sus diferentes sucursales tienen gran concurrencia, debe ser, sin duda, lo bueno de su su cocina...

Ya en nuestra mesa, mi marido no pudo resistir como entrada su jamón serrano español que tanto le gusta de $125, que viene servido a la catalana con dos tapas con jitomate, que le dan un toque especial a este platillo siendo una buena opción para comenzar.

Por cierto, tengo que confesar que desde que llegas a este lugar te empiezan a conquistar con su canasta de pan, tanto su chapata como el de barra son una delicia.

Llegó el turno de elegir nuestros platillos fuertes y mi marido pidió uno de sus favoritos.

Para su suerte, este día en su menú contaban con la raya a la mantequilla negra, mientras que yo esta vez pedí un filete a las cuatro mostazas de Dijon a la antigua de $140, cuyo sabor de carne y salsa, guardan un equilibrio que agradece el paladar.

Quiero hacer mención esta vez acerca del vino que eligió mi adorado marido y me refiero al tinto francés Château Crillon, una buena compañía para nuestros platillos.

Ya para ponerle punto final a nuestra comida, esta vez no perdonamos y los dos decidimos probar uno de sus postres que la verdad son de un tamaño justo.

Por ejemplo, la tarta de limón de $40 que pidió él, y la cual, por cierto, pueden adquirir en su boutique gourmet.

Sin ser la octava maravilla te deja un buen sabor de boca.

Yo por mi parte pedí el éclair de chocolate de $35 que es un pan relleno y cubierto de...

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