Rebanadas / Saber vivir

AutorCony Delantal

Recién leí cómo vive el nuevo presidente de Estados Unidos. Resulta que Trump es adicto a la televisión, no lee ni las letras que vienen en una caja de cereal y, por si fuera poco, come horrible. O sea que el empresario que logró ser Presidente, sólo ha sabido hacer dinero y se ha olvidado de vivir bien.

A mí no me pasa por la cabeza renunciar a ciertos placeres como terminar un buen libro o disfrutar un plato delicioso que nos remonte a nuestra infancia.

Comer bien es un arte que puede disfrutarse igual en un lujoso restaurante que en lugares sencillos en los que brillan los platos de cocineras ancestrales. Con esto en la cabeza, invité a una sobrina y a uno de sus amigos a comer.

Tenía ganas de algo mexicano, así que fuimos a Bartola, un restaurante-cantina que abrió hace unos meses en Altavista, cerquita del San Ángel Inn.

Como ustedes se imaginarán, soy un poco especial con ciertos detalles.

Al llegar nos equivocamos de valet parking y dejamos nuestra camioneta a un par de metros de donde reciben los autos que van a Bartola. ¿Y qué creen? El canijo del valet no quiso caminar tantito para mover la camioneta. Qué facha la del hombre, la verdad.

Tuvimos que hacerlo nosotros porque al valet no se le pegó la gana caminar unos metros. Con esta grosería ya estaba yo a punto de irme, pero mi sobrina insistió en que nos quedáramos.

Así que subimos por una pequeña escalera para descubrir el salón principal, con un techo abierto que deja entrar la siempre maravillosa luz del sol.

El lugar es agradable y en su interior hay mesitas de madera con cómodas sillas y cojines llenos de color.

Al inicio parecía que los meseros estaban muy atentos pero, como suele suceder en muchos lugares, primero te atienden bien y luego se olvidan de que existes. Éste es el típico lugar en el que pasa eso.

Mientras le echábamos un ojo a la carta, mi sobrina y yo pedimos una copa de tinto y su amigo Tomás pidió un mezcal.

Como en todo restaurante-cantina, el menú está lleno de antojitos mexicanos. Escamoles con chile cuaresmeño, tacos de carnitas de pato y costillas de res a la cerveza son sólo algunos de los platos que puedes probar.

Mi sobrina babeaba por los tuétanos a la parrilla ($115), así que los pedimos de entrada y para compartir. Tomás pidió un caldillo de frijol ($80), para luego irse por el segundo tiempo.

Justo cuando el mesero nos trajo la copita de tinto, ordenamos los platos fuertes, por aquello del tiempo de preparación. Mi sobrina pidió el chamorro para...

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