Rebanadas / Sabrosos recuerdos

AutorCony Delantal

El Danubio

Hay restaurantes emblemáticos en ciertos países del mundo, ni duda cabe. En España están El Botín y El Bulli, en Francia el Lipp y el Maxim, y así podemos enumerar algunos más. Guardada toda proporción, en México hay referencias similares y uno de estos ejemplos es el Danubio.

Como bien dice uno de los comensales notables que escriben en las servilletas que luego se enmarcan para adornar las paredes del histórico restaurante, el Danubio uno de los más sabrosos de México, por contar con platillos que recuerdas toda tu vida, como la Sopa verde y los Langostinos al mojo de ajo.

Por esta razón, cuando mi marido me dijo que venía un amigo suyo de otra parte del País y quería llevarlo al Danubio, apoyé su magnífica idea, pero también me impuse como agregada cultural.

Llegamos temprano con reservación. Al abrir su puerta, ubicada en República de Uruguay 3, se amontonaron en mi paladar, recuerdos con sabor.

Nos sentaron en uno de sus gabinetes, con esas mesitas esquinadas más privaditas, bien cómodas. Rápidamente decidimos qué pedir, casi sin ver el menú. Sobre todo mi marido eligió unos Ostiones gratinados Danubio de $155, que sin dejar de ser un manjar, sólo fueron el comienzo. Este plato es más para caballeros, por su sabor fuerte. Yo preferí las Sardinas portuguesas de $160, que pedimos asadas.

En ese lugar todo es disfrutable, desde detallitos como su canasta de pan, su mantequilla y sus salsitas, hasta sus delicias más elaboradas. Como escribiera en sus paredes el buen Jaime Almeida: "Si traes hambre que muerde, pídete una sopa verde...

Para acompañar tu vino, recétate un langostino...

Si sigues con apetito, te recomiendo un cabrito...

Y al Danubio dale gracias por su excelente servicio".

Siguiendo estos consejos, ordenamos unas supuestas medias órdenes de la famosa Sopa verde, sin duda uno de los radicionales del lugar que de por sí es toda una tradición.

Digo supuestas medias órdenes, porque aunque mi marido así las pidió, la verdad es que nos las trajeron bien servidas y qué bueno, pues esta sopa de pescado y mariscos de $135 es simplemente un poema para el paladar.

La frescura de los mariscos en el Danubio sigue siendo su sello y esa sazón de su cocinero es inigualable, sin olvidar un servicio amable y correcto lleno de experiencia.

En cuanto al lugar, tan romántico como siempre, y digo romántico porque aunque pasen los años y tengas mucho tiempo de no visitarlos, las cosas no cambian. Están los meseros de siempre, sus pequeñas...

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