Rebanadas / ¿Cuál crisis?

AutorCony Delantal

Qué semanas las que dejamos atrás... todavía me cuesta trabajo pensar cómo te puede cambiar la vida en un instante. Por eso, y aunque suene trillado, hay que estar al lado de las personas que uno quiere y aprovechar a la familia al máximo.

Esta fue una de las razones que nos llevaron a disfrutar de un tranquilo domingo en compañía de mis compadres, mi marido y los niños.

Como lo que menos queríamos era presionarnos por el lugar, nos confiamos y se nos ocurrió hacer reservación a la mera hora, pasadas las 2:00 de la tarde, para comer en Casa de Castilla de Revolución.

Pues ilusos nosotros, que pensábamos encontrar lugar. De inmediato nos dijeron que estaban a su máxima capacidad y que si queríamos arriesgarnos nos diéramos la vuelta; a lo mejor contábamos con suerte.

Como estábamos por el rumbo pasamos por ahí, y de plano nos quedamos como los chinitos... "nomás milando". Tristemente ese día no comeríamos de sus delicias. Efectivamente se encontraban abarrotados y ahí empezó nuestra búsqueda.

Todo parecía estar bastante concurrido. Hablamos al Piantao y estaban llenos, y así algunos otros, hasta que a mi comadre se le ocurrió el Alaïa como opción. Al llamar, la hostess nos indicó que ya no tenían cupo, pero que harían un esfuerzo. Después de mantenernos en la línea nos consiguió una mesa; nos sentimos verdaderamente afortunados.

Llegamos y nos encontramos con el lugar lleno, uno que otro lugar desocupado en sus dos terrazas. Qué curioso, ¿no? Últimamente las terrazas son lo más concurrido. De hecho, el día anterior había visto en Plaza Escenaria cómo en el Piélago la terraza estaba saturada y los interiores del lugar, prácticamente vacíos. En fin, quizá los fumadores se midan más en domingo.

Cabe mencionar que este lugar es una buena alternativa para visitar en fin de semana si tienes niños, pues en su segundo nivel cuentan con un cuarto de juegos donde te cobran 35 pesos por pequeño para encargarse de él. Ahí lo entretienen y cuentan con personal especializado (al menos así te dicen).

En lo que no estoy tan de acuerdo es en que te lo cuiden un minuto o lo entretengan toda la comida, y a final te cobren lo mismo.

Después de tanta búsqueda ya teníamos hambre, así que la mayoría de sus entradas se antojaban, pero nos decidimos por la orden de Tacos de pato de $95. Estos pequeños taquitos bañados en una salsa gravy, que qué barbaridad, resultan toda una delicia.

También pedimos Jamón serrano de $120, para comenzar con un par de entradas que...

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