Recibe la ciudad 'ola' argentina

AutorAníbal Santiago

El DF los escucha como nunca antes. En restaurantes, oficinas públicas, empresas, cines, calles, plazas, supermercados, los inmigrantes argentinos hablan fuerte, vierten franquezas, persiguen ilusiones y luchan ante el inevitable "antiargentinismo" que a veces brota desde que llegaron masivamente, huyendo de la crisis que atacó su país a fines del 2001.

Como meseras o "hostess" en un café de la Condesa; en empresas donde lo mismo ocupan austeras posiciones que puestos cerebrales; en instituciones académicas donde estudian maestrías o doctorados; como consultores, vendedores, edecanes, futbolistas, modelos y hasta sexoservidoras, la presencia argentina, disímbola y constante, da forma a un nuevo paisaje humano en la ciudad. Una segunda ola migratoria sucede a la de mediados de los 70, cuando miles llegaron para escapar de las atrocidades de la dictadura militar.

Los datos del Instituto Nacional de Migración (INM) son sorprendentes. Del 1 de enero del 2000 y hasta el 31 de octubre del 2002, llegaron 242 mil 778 argentinos al DF, Cancún y Mérida. ¿Cuántos son turistas y cuántos se quedaron a radicar en el País? El INM no brinda datos, pero quizá éstos sean innecesarios si un confiable resultado cualitativo lo da su gran capacidad de adaptación laboral, perceptible en la vida urbana.

Desde el aire, el océano de luces del DF le llenó la sangre de angustia. Cristóbal Marengo, consultor de 40 años, casado y con tres hijos, bajó del avión esa noche de abril del 2002, superó el puesto migratorio y encontró refugio en casa de un amigo.

"Fue chocante llegar al aeropuerto, venía para trabajar y sabía que podía haber problemas. Decidí no buscar argentinos, integrarme a los mexicanos y adoptar sus costumbres. Desde el primer día tomé la Guía Roji, subí peseros, entregué currículums y conocí gente", cuenta Cristóbal, empleado de una empresa de telecomunicaciones.

De acuerdo con datos del Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) del Gobierno argentino, 20 de los 36 millones de habitantes son pobres. Los indigentes son 9.41 millones y 6.12 millones son desempleados.

Como casi cualquier porteño del planeta, José del Tronco, de 28 años, estudiante de Flacso, extraña los cafés con amigos en los bares de barrio. Pero nada basta para volver, ni River Plate, ni el amor por sus hermanos, ni las juergas que se extienden hasta el amanecer.

"La maestría termina en año y medio y no me veo volviendo, me veo explorando México: me siento integrado, con amigos y...

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