Un recorrido por el misterio olmeca

AutorAlejandro Zenteno

Los vestigios de la domesticación del maíz -signo de civilización- se remontan al año 5000 a.C. en el Valle de Tehuacán, Puebla, y la primera gran cultura surgida en Mesoamérica que logró este avance fue la olmeca.

El nombre verdadero de los creadores de la considerada "cultura madre" se desconoce, pues la denominación nahua "Olmeca Uixtotin" ("la gente del país del hule, los que viven al borde del agua salada") se refiere a los grupos que habitaron la costa del Golfo de México a mediados del Siglo 15. Resulta necesario, por tanto, distinguir a éstos, los olmecas históricos, de aquellos, los olmecas arqueológicos.

La expresión que maravilló a todo el mundo, desde el descubrimiento de un monolito en forma de cabeza humana en Hueyapan, Veracruz, en 1862, fue una escultura monumental trabajada en gran parte con rocas del volcán San Martín, en la región de Los Tuxtlas, cerca del lago de Catemaco.

La cultura olmeca tuvo gran difusión. Lugares tan apartados como Tlatilco y Tlapacoya, en la cuenca de México; Oxtotitlán y Justlahuaca, en Guerrero; Chalcatzingo, en Morelos; Monte Albán, en Oaxaca; Pijijiapan y Xoc, en Chiapas, así como Coello, en Belice; Izapa, en Guatemala; Chalchuapa, en El Salvador, y Copán, en Honduras, son expresión de la misma o, cuando menos, zonas de influencia.

No cabe duda, sin embargo, que el corazón de la zona olmeca estuvo situado en las cuencas de los ríos Papaloapan, Coatzacoalcos y Tonalá. Y la ciudad más importante, indiscutiblemente, fue La Venta.

En esta capital, cuyo florecimiento se realizó entre los años 1100 y 400 a.C., se han encontrado algunas de las estelas más importantes de la cultura olmeca, así como varias cabezas colosales que ahora se exhiben, al aire libre, en el Parque-Museo La Venta, en Villahermosa, Tabasco.

Mucho se ha especulado sobre el significado de la escultura olmeca. Es muy probable que las cabezas colosales representen a guerreros o gobernantes. Las tallas antropomorfas y zoomorfas, sin embargo, no son fáciles de discernir, pues si algunas muestran claramente al jaguar, otras, como sostiene el humanista y poeta Rubén Bonifaz Nuño, son la representación estilizada de la dualidad serpentina, tal y como sucede con el mosaico de jade, que muchos interpretan como una máscara del felino. Esta bellísima pieza también puede observarse en el Parque-Museo La Venta.

Puesto que la mayor y más importante muestra de la cultura olmeca son sus monumentales esculturas, creemos correcto señalar que en...

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