Recupera espacio familiar e íntimo

AutorVirginia Bautista

El poeta Juan Domingo Argüelles se confiesa poco afecto a las multitudes, a las reuniones gremiales, a los encuentros de más de dos. "Para mí, la ciudad es íntima. Creo que el universo de uno tiene que ver con las relaciones familiares. Estar en el ámbito doméstico es una enorme alegría. Yo reivindico el espacio familiar".

Después de 30 años de vivir en el Distrito Federal, el quintanarroense se considera aún un provinciano que no va feliz a los lugares a donde debe trasladarse por necesidad. "Lo que uno vive es un fragmento de ciudad. No se vive toda la urbe, sólo un pequeño espacio que uno hace suyo. En mi caso es el sur, Ciudad Universitaria, San Angel, Coyoacán".

El ensayista afirma que la Ciudad de México es cada vez menos habitable, más riesgosa y menos placentera en términos de lo que se puede hacer. "Ha perdido toda dimensión de belleza en aras de lo práctico. Cada vez es más difícil salir de noche, caminar, los tiempos de traslado se vuelven insoportables".

Argüelles prefiere aprovechar el silencio de la noche para escribir y leer. "Tengo más interés de que la noche me rinda para crear. No creo que uno deba presumir de tener muchos amigos, no vale la pena esa multitud de intereses. Lo que uno busca es que cada vez haya menos intromisiones, menos invasiones al espacio íntimo".

El también crítico literario y articulista se siente "casi exiliado" en la gran urbe. "Para un poeta, lo fundamental es la infancia. Siempre se recuerda el lugar natal. Lo que uno es tiene que ver con aquella identidad que se formó en sus primeros años. El hecho de vivir aquí lo plantearía casi como un exilio; que es grato, pero que siempre tiene uno posibilidades de volver.

"El elemento central de un habitante no nativo del Distrito Federal es acostumbrarse a vivir en la metrópoli, conservando el grado de extrañeza y de nostalgia por el lugar donde uno vivió y creció; pero sin que esto se convierta en un anhelo insatisfecho".

El autor de Como el mar que regresa, Agua bajo los puentes y Animales sin fábula, entre los 12 libros de poesía que ha publicado, piensa que la ciudad tiene problemas irresolubles y dice que lo que más le duele es la inseguridad y la violencia gratuita que acecha en sus calles.

"Hace tres décadas, el DF aún era habitable, se podía caminar. Hoy eso se ha perdido. Los espacios para caminar están invadidos por vendedores ambulantes. El caminante es una especie en peligro de extinción, ya no se pueden disfrutar los olores, los sonidos, los...

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