Recurrir a la victimología

AutorPeter Sloterdijk

En el imperio del no-trabajo en vigilia se ha diferenciado, además, un sistema del lujo de la morbilidad de envergadura inaudita. Muy cerca del puro movimiento autorreferente, el estar enfermo se ha convertido en la interpretación más corriente de las oportunidades de tiempo libre. A este diagnóstico contribuyen las enfermedades civilizatorias no menos que las psicopatologías manifestadas, los padecimientos por toxicomanía y los accidentes deportivos, que siguen muy de cerca la diversificación del deporte en cientos de subculturas (razón por la cual, los servicios traumatológicos o de cirugía de accidentes de los hospitales son hoy los auténticos seminarios sociológicos). El fenómeno multimorbilidad muestra la expansión del estar-enfermo hacia un universo de lujo de derecho propio. Demuestra que las dolencias son cultivables como un entrenamiento en decatlón. Incluso cuando la enfermedad no define el modus vivendi por antonomasia, permanece omnipresente en el trasfondo como posibilidad permanentemente abordable; sin ella no serían pensables los escenarios de fitness, las culturas de dieta y los wellness, los mundos vueltos hacia el interior y bien organizados de las ciudades descanso, los refugios balneológicos y los castillos de tos situados en lo alto. (Cien años antes de que Thomas Mann dejara explicar al consejero áulico Beh-rens en la montaña mágica que era un viejo empleado de la muerte, Balzac describió el tipo de la hospedera ancha de pecho de lugares de cura de Auvernia, que sabía esperar, maternal y hábil negociante, al deceso de sus huéspedes).

A la gran entrada en la morbilidad le acompañan innumerables especializaciones de los servicios médicos y terapéuticos. En el extremo superior de la escala del producto se encuentran refinadas hermenéuticas de la enfermedad que aleccionan a sus pacientes a asumir sus achaques como oportunidad; el accidente muestra una segunda cara en cuanto se le interpreta como un acto de cuidado de sí; el diálogo sobre las neurosis y las hostilidades frente a la vida produce en innumerable gente la recompensa de ser problemático. En el archipiélago clínico (sólo en Alemania hay 4.2 millones de empleados en el "sistema de salud") se acoplan amplios circuitos reguladores de lujo de autodaño, lujo de terapia, lujo de atención, lujo de seguro y lujo de descontento, cada uno con su propio e imprescindible lamento-bajo, diatónicamente ascendente de lo malo a lo peor; integrado por la necesidad sistémica de...

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