Redescubrir el Valle

AutorTeresa Rodríguez

VALLE DE GUADALUPE, Baja California.- Paradójicamente, hasta hace algunos años, las opciones de hospedaje en la meca del enoturismo mexicano eran escasas. Uno que otro hotel boutique, cuyas contadas habitaciones eran ocupadas por viajeros previsores, especialmente durante la temporada de las vendimias.

La historia de Ensenada y sus bodegas pioneras comenzó a escribirse a finales del siglo 19; pero ha sido durante los últimos 15 años que los visitantes se han volcado hacia este destino que conjuga viñedos, gastronomía y cultura.

Se estima que, cada año, cerca de 800 mil personas visitan la región, y generan un consumo turístico que asciende a mil 523 millones de pesos, según datos proporcionados por el próximo Secretario de Desarrollo Económico, Mario Escobedo.

Hoy, la oferta hospitalaria en el corazón vinícola de México se ha diversificado: entre hoteles, cabañas, villas y casas campestres, hay alrededor de 400 habitaciones.

Las nuevas propuestas satisfacen a distintos perfiles de turistas. Además, los conceptos arquitectónicos encajan con el paisaje. Así lo descubrimos durante nuestra reciente estadía en Maglén Resort y Agua de Vid, que apuestan un espacio al glamping (o camping con glamour).

Algunas bodegas, como Santo Tomás y Concierto Enológico, ya planean el desarrollo de complejos boutique que complementen su oferta de experiencias enoturísticas, sin robarle a la postal su alma campirana.

"Ha sido notable el crecimiento del enoturismo, pero también hay un tema de regular el desarrollo. Ya se aprobó un plan y su respectivo reglamento; es un tema sobre la mesa que hay que atender: cuidar lo que tenemos hoy, a nivel paisajístico, uso de la tierra y vocación del Valle", aclara Santiago Cosío, director de Bodegas de Santo Tomás.

AGUA DE VID

Es un complejo turístico con alma hippie-chic. No sorprende que los arquitectos detrás de su diseño pertenecen a la generación millennial y, echando mano de concreto, acero y vidrio, han generado un espacio rústico, confortable y con el mínimo impacto ambiental.

Sus 24 habitaciones tienen un aire voyerista. Son enormes vitrinas que invitan al orden y la contemplación. Nada de lujos excesivos ni contaminación innecesaria. Si quieres pantuflas, bata de baño y capsulitas de café, búscate otro sitio.

Más allá, en los confines del predio, está también el hostal, estilo glamping, Zíngaro, donde las 11 habitaciones (siete de ellas compartidas) están concentradas alrededor de un enorme fogatero, al que no le...

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