Reflexiones de una Nobel: La ola

AutorJennifer A. Doudna

(...) Me llamo Jennifer Doudna. Soy bioquímica, y he pasado la mayor parte de mi carrera en un laboratorio, investigando temas de los que la mayor parte de la gente fuera de mi campo de trabajo nunca ha oído hablar. En la última media década, sin embargo, me he involucrado en un área innovadora de las ciencias de la vida, un tema cuyo progreso no puede quedar confinado entre las cuatro paredes de ningún centro de investigación. Mis colegas y yo hemos sido barridos por una fuerza irresistible, no muy diferente de la del tsunami de mi sueño; excepto que este maremoto es uno que yo he ayudado a de-sencadenar.

Hacia el verano de 2015, la biotecnología que yo había contribuido a establecer tan solo unos pocos años antes estaba evolucionando a un ritmo que no podría haber imaginado. Y sus implicaciones eran sísmicas; no solo para las ciencias de la vida, sino para la vida en la Tierra.

Este libro es su historia y la mía. También es la de usted. Porque no pasará mucho tiempo antes de que las repercusiones de esta tecnología también lleguen a su puerta. Los seres humanos han estado reformando el mundo físico durante milenios, pero sus efectos nunca han sido tan dramáticos como lo son hoy día. La industrialización ha causado el cambio climático que amenaza los ecosistemas en todo el globo, y esta y otras actividades humanas han precipitado una oleada de extinción de especies que está haciendo estragos en diversas poblaciones de criaturas con las que compartimos la Tierra. Estas transformaciones han llevado a los geólogos a proponer que rebauticemos la era actual como el Antropoceno: la época de los humanos.

El mundo biológico también está experimentando cambios profundos inducidos por los seres humanos. Durante miles de millones de años, la vida discurrió de acuerdo con la teoría de la evolución de Darwin: los organismos se desarrollaban mediante variaciones genéticas aleatorias, algunas de las cuales confirieron ventajas para la supervivencia, competencia y reproducción.

Hasta ahora, nuestra especie también ha sido formada de este modo; de hecho, hasta hace poco hemos estado fundamentalmente a su merced. Cuando surgió la agricultura hace diez mil años, los humanos comenzaron a influir en la evolución a través del cultivo selectivo de plantas y animales, pero el material de partida -las mutaciones aleatorias del ADN que constituyen las variaciones genéticas disponibles- seguía generándose espontáneamente y al azar. Como resultado, los esfuerzos de nuestra especie por transformar la naturaleza estaban ralentizándose y obteniendo un éxito limitado.

Hoy las cosas no pueden ser más diferentes. Los científicos han conseguido someter por completo este proceso fundamental al control humano. Usando poderosas herramientas biotecnológicas para hacer pequeños ajustes en el ADN de la célula viva, los científicos pueden modificar racionalmente el código genético que define cualquier especie del planeta, incluida la nuestra. Y con CRISPR-Cas9 (CRISPR para abreviar), la más novedosa y, posiblemente, la más eficiente herramienta de ingeniería genética, el genoma -el contenido completo de ADN de un organismo, que incluye todos sus genes- puede ser tan editable como un simple fragmento de texto (...).

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Para tratar muchas enfermedades, CRISPR ofrece el potencial de editar y reparar directamente genes mutados en pacientes humanos. Hasta ahora solo hemos podido entrever sus capacidades, pero lo...

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