'Regresaré a jalar patas'

AutorLourdes Zambrano

OAXACA.- Hace muecas, carraspea, rasca con las uñas la mesa de madera. Para Francisco Toledo no es fácil responder si ha sido feliz. De hecho, no responde.

El viernes 17 de julio, el artista a quien Rufino Tamayo consideró su sucesor, llega a los 75 años, pero no es de los que se detienen a reflexionar o a hacer un recuento sobre su vida.

¿Cómo se siente? "Viejo", contesta.

"La vejez se ve y se siente. Pensé que podría haber llegado en mejores condiciones. He tenido accidentes, problemas físicos, entonces me siento disminuido. Tuve un accidente muy aparatoso hace dos años. Ahora tengo un problema en la columna", agrega.

Pero los achaques no se le notan. Aún camina erguido y con paso firme. Corre tan rápido al volar papalotes que los demás no lo alcanzan.

Su activismo parece no agotarse, por el contrario, vitaliza a Oaxaca.

El artista, un ícono de su Estado y de Juchitán, en donde vivió de niño, está sentado frente a una mesa en uno de los patios del Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO) y hace un esfuerzo introspectivo para esta entrevista.

"No sé qué significa eso que usted llama balance. Sí, he aportado algo a la comunidad, a mi comunidad, en Juchitán. Tal vez no lo he hecho tan bien como padre, y ahí es donde falla, el haberle dedicado tanto tiempo a las instituciones en lugar de a las familias", dice, mientras rasca con más fuerza la mesa.

Es discreto cuando habla su vida familiar. Es discreto, en general.

'Me llenan de ronchas'

El 20 de enero, el INBA adquirió por un peso el IAGO, fundado por el artista, quien lo financió y administró por más de dos décadas.

El Instituto se convirtió en centro neurálgico de la vida cultural de la capital oaxaqueña y pronto se diversificó en otros espacios, como el Centro Fotográfico Manuel Álvarez Bravo y la biblioteca del propio IAGO.

Toledo está consciente de la trascendencia de esos espacios.

Acepta que por dos décadas tomaron el papel que les correspondía ante la sociedad oaxaqueña, pero también los ve como un lastre.

"Me llenan de ronchas más que de orgullo porque hay mil problemas: falta dinero, falta personal, se roban las cosas... En las bibliotecas ha habido robos, las ronchas que le digo, pero hay que tener la paciencia para reponer todo".

La cesión del IAGO dejó una sensación agridulce en el artista, pues con ello depositaba su acervo en manos de una institución gubernamental que podría quitarle su vena independiente.

"Yo no sabía a quién entregárselo. Yo tengo 75 años. Estoy...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR