Las reinas del bolero son de la Costa Chica

AutorErika P. Bucio

Tras años de recorrer la Costa Chica de Guerrero para registrar chilenas y sones, los productores Mary Farquharson y Eduardo Llerenas se dieron cuenta que, después de cada grabación, mientras se relajaban con unas cervezas sentados en los jardines, invariablemente alguno de los músicos que había ingresado a cabina tomaba la guitarra y empezaba a tocar a Álvaro Carrillo.

Los veteranos productores de Discos Corasón comenzaron a preguntarse si en la Costa Chica existiría una herencia actual del compositor, ícono del bolero mexicano y uno de los tres grandes junto a José Alfredo Jiménez y Agustín Lara; "San Álvaro", como lo veneran en su natal Cacahuatepec, en Oaxaca, aquel del estilo poético natural y más cercano a la música tradicional.

Les nació entonces el deseo de investigar, como lo han hecho por un cuarto de siglo con su disquera.

Llegaron a principios de 2016 a Ometepec, un pueblo ganadero del sureste de Guerrero, atraídos por su gran tradición musical.

Habían entablado comunicación con don Mariano García, requintista y arreglista. Irían a una pequeña reunión con compositores en una terraza en San Nicolás, el barrio de los músicos. Era el punto de reunión habitual, bautizado como El Novio de la Luna, en honor a un músico local, Marcos Martínez. Era un grupo de puros hombres de 40 años y más, a excepción de las hermanas Celia, de 14, y Laura García, de 16, cada una con su guitarra, y su madre, Eugenia Santiago, compositora y esposa de Mariano.

Las hermanas cantaron Luz de Luna, de Álvaro Carrillo, y Noche y mar, de Indalecio Ramírez, albañil y músico, muy amigo del compositor oaxaqueño.

"Nos impresionó su edad, su ternura", recuerda Farquharson. Y la naturalidad de sus voces, sin falsedad. Su gran sentimiento al interpretar a pesar de su corta edad. Algo difícil de encontrar. Pero más les sorprendió ver que nadie en el grupo las tratara como a niñas. Hablaban de ellas como las intérpretes ideales de algún nuevo bolero que estaban componiendo.

"Encontramos un semillero", rememora la productora. Un bolero atado a la cultura local que reflejaba la pasión por la poesía.

A los 15 días, antes de lo esperado, don Mariano recibió una llamada de Corasón: sus hijas irían al Festival Internacional Cervantino ese mismo año. Le sonó imposible. Eran unas desconocidas. Pero de ese proyecto salió la antología Como un lunar. Boleros de la Costa Chica (Corasón), que grabaron junto a otros exponentes, Fidela Peláez, Manuel Castañeda y Chogo Prudente.

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