Relicario de Historias / Buenas conciencias

AutorAlejandro Rosas

Parecía una comedia de equívocos. Familiares y amigos lo llevaron a sepultar y el acceso al cementerio fue impedido por el sacerdote. El señor Méndez del Corral jamás descansaría en paz y menos en el camposanto.

Estaba condenado; su grave pecado había sido jurar la "demoniaca" Constitución liberal de 1857. Como la Iglesia veía en los liberales la representación de los mismísimos jinetes del Apocalipsis, el Arzobispo de México tomó sus providencias. Los individuos que bajo cualquier circunstancia hubiesen jurado la Constitución se condenaban en vida, pero podrían alcanzar el perdón eterno con una condición: "los confesores han de exigirles previamente la oportuna retractación del juramento ante la autoridad pública". La consigna era clara: aun en agonía, sin retractación no había salvación. Aterrados ante la posibilidad de morir en pecado, muchos empleados públicos se negaron a jurar la nueva ley suprema y prefirieron el despido a comprometer sus almas. A los liberales, por su parte, más que la condena en vida les preocupaba el futuro inmediato de sus muertos -aún no existían los cementerios civiles -por lo que se dieron a la tarea de tomar por asalto los panteones. El periódico La Sociedad del 5 de febrero de 1858 daba cuenta del "hereje" atrevimiento de los liberales. "Sabida es la desgracia ocurrida en Querétaro donde murió el Sr. Méndez del Corral. . . había jurado la Constitución, y en consecuencia habiendo muerto sin dar la menor señal de arrepentimiento, se le negó por el espectivo cura el boleto para que fuese enterrado en sagrado. Pero los demagogos condujeron el cadáver al cementerio de la Cruz con una fuerza de 50 hombres, y rompieron las puertas, le colocaron en un nicho, cubriéndolo con una lápida antigua é. Para evitar que el fervoroso pueblo atentara contra el muerto en otro sepulcro se colocó una lápida nueva con la inscripción: "Día de luto para los liberales. Aquí descansan las cenizas de F. Méndez del Corral é. Ciertamente, las buenas conciencias protagonizaban una comedia de equívocos que en poco tiempo se convertiría en un drama histórico: la Guerra de Reforma.

Información proporcionada por Paola Morán Comentarios: alejandro_rosas. infosel. net. mx

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