Relicario de Historias / Eterno destierro

AutorAlejandro Rosas

El número, sin duda, era cabalístico: 13. Todos los cuerpos se encontraban en perfecto estado de conservación. La momificación se había dado de manera natural, sin intervención humana. Los odios ideológicos y religiosos que dividían a la república en 1861, propiciaron que un jacobino individuo de nombre Antonio Carreón exhumara -según refiere Antonio Garía Cubas- "del osario perteneciente al panteón de los padres dominicos, 13 momias de las cuales se llegó a afirmar que eran restos de renegados y judaizantes emparedados por el célebre tribunal (de la Inquisición)". En la Ciudad de México la conseja popular explicaba el fenómeno como un milagro: aquellos despojos estaban santificados, sus cuerpos incorruptos lo demostraban. Los liberales, por su parte, veían en aquellos cadáveres la maldad del virreinato y de la iglesia materializada en los castigos de la temible Inquisición. Ambas posiciones, igualmente radicales, estaban equivocadas. Los restos exhumados ilegalmente por Carreón -quien buscaba joyas en los ataúdes- pertenecían a 13 notables frailes dominicos. Durante algunos días los cuerpos permanecieron "en formación macabra" frente a la Diputación y escribieron una nueva historia cuya realidad alcanzó los límites de lo absurdo. Reconocido por su anticlericalismo...

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