Reto compartido

AutorAbel Vázquez

Para David Medina y Carlos Reynoso, estudiantes de décimo semestre de Medicina en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), el auténtico reto de conciliar una carrera universitaria con el alpinismo no reside en montañas ni en libros, sino en ellos mismos.

"Ambas actividades son de alta demanda, son celosas: requieren mucho tiempo y hay que saber balancear los tiempos que se le dedican a cada una", explica Medina.

Estos no son los únicos desafíos en su vida cotidiana, comparte Reynoso, pues debe organizarse para cumplir con compromisos personales, deportivos, extracurriculares, familiares y nutricionales.

"Salir con amigos, desveladas o fiestas son cosas que ya no se pueden realizar porque el tiempo se debe dedicar a otras actividades", agrega por su parte Medina.

Los dos alumnos aseveran que cada uno de sus ascensos representa un desafío a sus capacidades físicas y mentales, pues factores como la temperatura, la falta de oxígeno, la presión y el agotamiento los llevan a reconsiderar el motivo de su ascenso.

"El alpinismo es el arte de sufrir: se siente mucho dolor, el frío de la montaña, el cansancio, la incomodidad de no poder ir con otras prendas, no tener lugares donde descansar bien (...), pero el hecho de lograr un reto que para muchas personas parece imposible, poder pararse en la cima de una montaña y literal estar por encima de las nubes te hace sentir inmortal", afirma Medina.

La primera cima que los estudiantes de Medicina conquistaron hace dos años fue el Pico de Orizaba, luego el Iztaccíhuatl y, la más reciente, el Nevado de Toluca.

Los relieves han sido elegidos con base en su cercanía con la Capital; esto les ha permitido realizar los ascensos en un fin de semana y reintegrarse a sus...

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