Revitalizan el fanzine

AutorJesús Pacheco

Publicaciones autogestivas y autoeditadas, por lo general de tiraje corto (desde un ejemplar hasta 500), producidas de forma manual y con técnicas como la fotocopia, la risografía o la serigrafía. A grandes rasgos, así puede ser descrito un fanzine, desde la perspectiva de Inés Estrada (DF, 1990), Rodrigo Simancas (DF, 1987) y Carlos Olvera (Monterrey, 1983), quienes dan vida al proyecto Zin Amigos, festival de publicaciones autoeditadas, fanzines y cómics.

En él se han dado cita creadores de estas publicaciones, pero también ha sido marco para la presentación de proyectos de música, video y animación. Nació el año pasado en el DF, pero con la intención de extenderse a otros puntos del País; de hecho, el fin de semana pasado tuvieron su primera edición en Cholula. Una misión los mueve: promover el intercambio y la autopublicación.

Y tan diverso como puede ser uno de sus festivales lo son las distintas concepciones de lo que es o debe ser un fanzine.

Para los jóvenes morelianos detrás de Monocromo, un fanzine tiene que ver, más que con el impreso o con el objeto físico, con la manera en que el editor se involucra en el proceso de desarrollar una idea, su realización, difusión y distribución.

Guadamur, viejo conocido del underground defeño, los define como publicaciones impresas por y para aficionados a cualquier tema.

"De ningún modo se limita a tendencias políticas de corte 'libertario' -y mucho menos a cómics de 'petatiux' a los que hoy insisten en vender como 'fanzines' en las ferias y festivales tan in vogue", dice.

En opinión de Mou (Monterrey, 1982), ilustrador y músico (Bam Bam), "fanzine" es un concepto amplio que puede abarcar medios más allá de los impresos.

"Video, fotocopias, serigrafía, cassete, pdf, blog, etcétera, siempre y cuando sea una publicación armada con amor y sin restricciones de ningún tipo", sostiene.

Para Omstart (DF, 1987), dibujante y artífice de un par de publicaciones, tiene que ser un producto impreso hecho con obsesión y agallas, creado para el público que quiera tenerlo o para quien lo halle en el camino.

En estas publicaciones, Abraham Díaz (Guanajuato, 1988), integrante de Ediciones ¡Joc-Doc!, ve en esencia un medio de expresión, en el que puede verter inquietudes gráficas y experimentar con técnicas, formatos y cosas que trae en la cabeza.

"Es un medio de expresión con el que me siento libre".

Ese conjunto de libertades expresadas vía los fanzines representa también una manera de mapear escenas a las que remiten esos materiales; por ello, el Museo del Chopo decidió dar vida este año a un proyecto que busca investigar desde quiénes son los involucrados o las redes que generan, hasta reunir un acervo para su digitalización y consulta: la Fanzinoteca.

El proyecto es coordinado por Enrique Arriaga Celis, jefe del Centro de Documentación del museo, quien ha detectado, entre otras cosas, que hoy los fanzines están centrados en el cómic alternativo. Admite que hay muchas bibliotecas de fanzines, sobre todo en Estados Unidos, pero aclara que en México no había una institución que los mirara y se propusiera resguardarlos.

"El Chopo era un espacio ideal, porque fue donde se empezó a gestar esta cultura aquí en México", explica.

La cercanía de Arriaga Celis con ciertas escenas le permitió detectar un renacimiento de lo impreso, a contracorriente del boom de la autopublicación en línea.

"Hoy hay una nostalgia por lo impreso y, en el sentido más estricto, un fetichismo por esa especie de amuleto o de objeto que está cargado y te lleva a una experiencia trascendente.

"Cuando estuve en la escuela de arte, no era muy popular el fanzine, pero hoy la misma biblioteca de La Esmeralda tiene ya una pequeña colección que los mismos alumnos van alimentando.

"Hay un encanto por la materia, por lo concreto".

Una galería móvil

Bajo la idea de generar una "galería móvil", nació hace cinco años Monocromo. Lo integran los morelianos Paulina Morales (Conjuntivitis), Francisco Zúñiga (Simulacra), Paloma Gamiño, Miguel Ángel Herrera (Sr. E.) y Tania Chávez (Niño).

Desde el segundo número, descubrieron que podían experimentar con múltiples formatos y que podrían colaborar con gente de otras disciplinas creativas.

"Esta idea de experimentar y proponer cosas nuevas al proyecto es lo que nos ha mantenido unidos a los actuales editores", sostiene Miguel Ángel (1983).

Aunque todos habían tenido ya diversos acercamientos con la cultura del fanzine, cuenta Paulina (1988), fue Monocromo el que los introdujo de lleno a esa área de publicaciones independientes.

Del fanzine como medio de expresión, les interesaron sus principios básicos, dice Francisco (1986).

"La idea de hacerlo uno mismo, la autosustentabilidad y la libertad creativa de contenidos y formatos.

"No creo que estas características estén por encima de otros medios de expresión, pero para nuestro proyecto resultan efectivas y fundamentales".

¿Por qué autopublicarse?

Paulina: Porque nos brinda...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR