Los reyes de España sí sabían vivir

AutorOscar Alvarez

Pasaban la primavera en el palacio de Aranjuez y los rigores del verano entre las fuentes de La Granja; recibían el otoño en el Palacio de Oriente y para el invierno se mudaban a El Prado.

A pesar de haber heredado un imperio en vías de decadencia, la dinastía de los Borbones no se privó de lujos. Sus antecesores, los Austria, siguiendo el impulso de crecimiento iniciado por los Reyes Católicos y a base de descubrimientos, batallas y tratados, reinaron sobre unos vastos dominios en los que no se ponía nunca el sol.

Pero poseer tierras sobre los cinco continentes les produjo no pocos dolores de cabeza. Para hacer frente a los numerosos enemigos hubieron de reforzar sus alianzas y una de las fórmulas más recurrentes en la política de la época eran los matrimonios con otras casas reales que, por pertenecer a la misma familia, resultaban consanguíneos.

Tras una guerra civil por la sucesión de la corona en la que estuvieron en juego los intereses de toda Europa, se firmó el tratado de Utrecht en 1713. La vencedora fue la casa Borbón, de origen francés. Así Felipe de Anjou se convirtió en Felipe V y, vinculado a la corte de Versalles, haría una reproducción de la misma en España. La austeridad de los Austria que hallaban su solaz en monasterios y en sobrias construcciones castrenses, se sustituyó por el boato de palacios llenos de refinamiento desde los lugares de culto hasta los jardines.

Un claro ejemplo lo tenemos en el madrileño Palacio de Oriente. Su solar lo ocupó con anterioridad el antiguo Alcázar, que hacía las veces de guarnición citadina y residencia real. Un misterioso incendio lo devoró en 1734 y el nuevo rey aprovechó para mandar edificar un palacio nuevo. Proyectado por el arquitecto Juvara en 1735, sus obras comenzarían hasta 1738 bajo la dirección del italiano Juan Bautista Sachetti. Su elegante cantera blanca da forma a una maravilla palaciega del clasicismo barroco.

El conjunto se articula en función de una gran plaza, llamada de la Armería y abierta ante la fachada principal, que está orientada al sur. En aquella y desde hace poco más de dos años, se ha retomado el tradicional cambio de guardia. Cada mediodía del primer miércoles de mes, la Guardia Real, con uniformes de la época de Alfonso XII (fines del Siglo 19) hace el relevo de los cuerpos de caballería, artillería e infantes. Todo un espectáculo digno de presenciarse.

Admiraremos también, entre la suntuosidad de las estancias interiores, la gran escalera construida junto con...

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