Ricardo Elias / Lo prometido es deuda

AutorRicardo Elias

La administración de Peña Nieto inició con 5 ejes, 13 decisiones y un pacto con 95 acciones. Pareciera, y ojalá lo sea, una progresión geométrica de iniciativas en beneficio del país.

Me recuerda la famosa serie o número de Fibonacci (0,1,1,2,3,5,8,13,21...) una sucesión (¿presidencial?) que inicia en 0, y a partir de ahí cada número es la suma de los dos anteriores. ¿Se habrá apoderado de Los Pinos el espíritu de Fibonacci? Lo digo porque esos 5 ejes, 13 decisiones y 95 acciones han generado ya mil esperanzas.

Es importante notar el lenguaje del discurso utilizado. A diferencia de las etapas de campaña, ahora se habla de decisiones y de acciones, no de ideas, utopías o propuestas intangibles. Sin embargo, y aunque estas decisiones tengan por lo pronto el carácter de "decreto presidencial", mientras no se concreten corren el riesgo de quedarse en la categoría de planes, promesas y buenos deseos.

¿Qué es lo que hace que una decisión, un plan o una promesa tenga valor y sea un compromiso vinculante, obligado o contractual?

Esta pregunta es al mismo tiempo para filósofos y para abogados.

Dos argumentos la responden: las promesas son vinculatorias porque son una especie de contrato moral-verbal entre el que la hace y el que la recibe, y porque el acto de prometer crea expectativas en el receptor de la promesa, al cual en caso de incumplimiento se le causa un perjuicio moral llamado decepción.

El otro argumento tiene que ver con los efectos que las promesas causan, es decir las acciones que se ejecutan confiando en ellas.

Una promesa no es algo ligero. Las consecuencias de su incumplimiento son variadas e incalculables.

Una promesa representa la devolución de un valor, el producto de completar ciertas acciones y de cumplir con el contrato moral propuesto. Lo prometido es deuda, reza el adagio.

Por ello hay quienes ante la imposibilidad o falta de voluntad para cumplir lo prometido buscan maneras de retractarse o de minimizar su importancia y trascendencia.

El valor y alcance de una promesa es y debe ser siempre inmutable. No debe cambiar ni cuando se cumple ni cuando se incumple (para no sobrevaluar o devaluar lo prometido y cumplido, y para tampoco aumentar o minimizar las consecuencias del incumplimiento).

Las decisiones y pactos firmados por el presidente Peña Nieto y los...

Para continuar leyendo

Solicita tu prueba

VLEX utiliza cookies de inicio de sesión para aportarte una mejor experiencia de navegación. Si haces click en 'Aceptar' o continúas navegando por esta web consideramos que aceptas nuestra política de cookies. ACEPTAR