RIESGO Y VALOR / Tesoros en la obscuridad

AutorJorge A. Martínez

La crisis que enfrentamos -la mirada se va despejando cada mes que pasa-, será dura. No sólo en lo económico, sino en lo humano, lo financiero y lo social. El tamaño del golpe a la economía, se sabe ya por los primeros estragos que se registran en el primer trimestre a nivel global, es tentativamente mayor a lo vivido en 2009 o en 1995, esto es, ya cercano a lo vivido en los años posteriores a la primera guerra mundial.

El golpe en lo financiero no ha sido aún grande, pero se agrandará, y es que los mercados accionarios y de deuda tienden a reflejar con visión de largo plazo lo que esperan para la economía pasada la primera ola del sobresalto, pero no son tan exactos para reflejar lo que olas subsiguientes traerán (y olas nuevas llegarán, como la de quiebras de Pymes, el desempleo que le sigue a eso -con su caída en consumo-, los quebrantos bancarios y una crisis de liquidez primero y luego de crédito).

También debe contarse el golpe en lo humano (medio millón de muertos palidece contra otras enfermedades y otras causas de muerte, pero preocupan los picos sobre el "presupuesto" de muertes descontado en los sistemas de salud) y en lo social, al borrar al menos 10 años de lucha contra la pobreza. Esto a su vez, traerá una marejada adicional en los clamores de las clases bajas, con las rasgaduras sobre el tejido poblacional y la fragmentación institucional que le acompaña.

En el caso particular de México, los factores de riesgo se han apilado, a una, en un solo montón, casi en el número de un misterio completo del rosario. Los sectores que sufrirán más al principio, si se mira a las sensibilidades de pasadas crisis, su morosidad en recesiones y los efectos del encierro, son el clúster del turismo y restaurantes, la construcción y la minería, la ganadería y la silvicultura, el transporte, y algunos ramos de la manufactura y el comercio. Otros podrán sortear mejor, como la agricultura, el sector financiero y el de salud.

Urge pues, ante esto, tener un proceso sólido de planeación, líneas de liquidez disponibles, cautela en el gasto, mantener un mínimo arcón de efectivo, repago de dudas, buscar mercados en dólares, y preservar el recurso humano como activo principal. Se trata de ser resiliente, de pasar por encima del tsunami de información (en su...

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