Rincón taurino / Lidian con la muerte

AutorGuillermo Leal

La medicina taurina ha logrado dar un gran paso ante el avance de la ciencia y la adecuación de ella a los pacientes heridos por asta de toro que en la actualidad en un 95 por ciento se salvan de una cornada que antes era mortal.

Rafael Vázquez Bayod, jefe de los servicios médicos de los toreros explica, por ejemplo, que en un caso reciente la cornada gravísima que sufrió el matador de toros Juan Pablo Llaguno en la Plaza México el 7 de mayo del 2000 fue muy similar a las de Manuel Rodríguez "Manolete" en 1947 o a la de Francisco Rivera "Paquirri" en 1984.

La diferencia es que a "Manolete" y a "Paquirri" les costó la vida.

"La medicina ha tenido un avance muy importante, desde la muerte de 'Manolete', para situarnos en 50 años aproximadamente, ha habido cambios muy importantes en el manejo del paciente traumatizado. Esos cambios se reflejan básicamente en la estabilización que se hace del herido, la estabilización pre-hospitalaria, un avance que, por ejemplo marcó el destino de 'Manolete' y 'Paquirri' con el de Juan Pablo Llaguno", asegura Rafael Vázquez Bayod.

El cohibir una hemorragia de manera rápida y efectiva por medio de sueros y evitar el estado de shock son los primeros pasos que se realizan para estabilizar a un paciente herido por asta de toro. Antes se buscaba operar de inmediato en la enfermería de la plaza, cuando ésta existía, hoy, con los nuevos procedimientos, esperan a llegar a un hospital que tenga todos los servicios adecuados.

"Desde que nosotros en el palco de los médicos observamos una cornada, comenzamos a actuar, y paralelamente, a coordinar tres puntos fundamentales: el traslado del paciente a la enfermería, la estabilización en ella y el traslado al hospital.

"Antes, por ejemplo el traslado a la enfermería lo hacían los propios subalternos, los monosabios que han sido siempre los asistentes más rápidos de un torero herido y, en ocasiones, hasta los hombres de civil que estaban en el callejón. Hoy, por ejemplo, quienes ejecutan la primera asistencia al torero son paramédicos especializados y, por fortuna, encontramos la colaboración de subalternos y monosabios, quienes han tomado un pequeño curso para conocer perfectamente cómo se debe manejar a un herido".

Esta nueva técnica se introdujo a México en 1986, paralelamente al curso de ATLS (siglas en inglés con las que definen el manejo pre-hospitalario del paciente traumatizado grave). El doctor Vázquez Bayod y un grupo de tres médicos asistieron a Washington para...

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