Robert J. Shiller / Los reales riesgos de los déficits

AutorRobert J. Shiller

Si bien con déficits ligeramente menos inflados que el estadounidense, otros países ricos también se están ahogando en tinta roja. La Comisión Europea predice que el déficit del Gobierno francés llegará al 3.7 por ciento del PGB este año y el de Alemania, al 3.4 por ciento. Ambas cifras superan con mucho el límite deficitario (3 por ciento del PGB) fijado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la eurozona.

Cuando se tiene un déficit, el país aumenta su deuda nacional e impone cargas a las futuras generaciones. Naturalmente, los políticos prefieren ocultar cómo cambia la riqueza de una generación a otra. Su prioridad es pagar los problemas inmediatos y los beneficios prometidos para hoy.

Los contables que calculan los déficits de los Gobiernos tratan de evitar que los políticos nos engatusen y nos hagan aceptar los beneficios que ofrecen sin entender nada de los costos futuros. Pero lo que estos contables no nos brindan es una manera de determinar cuándo los déficits con justificables y cuándo no lo son.

Los déficits no sólo crean problemas políticos inmediatos, sino también problemas de justicia distributiva entre generaciones, y los que surgen de hacer compartir los riesgos entre ellas. Ninguna generación debería ser obligada a aceptar riesgos económicos innecesarios impuestos por otra generación. El que los déficits traten adecuadamente a las futuras generaciones dependerá de cómo se diseñen los sistemas gubernamentales de impuestos y gastos.

Frecuentemente, quienes son partidarios de tener déficits los presentan como necesarios para arreglar una economía en la cual desaparece la confianza. Emulando a Keynes, argumentan que tener déficits restaurará la confianza antes de que pueda ganar terreno una recesión o depresión. Pero esto es como darle Prozac a un paciente para que no se convierta en suicida.

Tales argumentos, si bien algunas veces son válidos, tienen sus límites. Los déficits públicos de Japón generaron una deuda nacional del 140 por ciento del PGB anual, sin producir ninguna reactivación económica. De hecho, los déficits presupuestarios actuales reflejan problemas de largo plazo que no son los que contempla la teoría keynesiana. De modo que las discusiones acerca de los déficits se deberían replantear en términos de los problemas intergeneracionales que verdaderamente importan.

Los problemas son sutiles, debido a que dependen de lo que hagan los Gobiernos futuros. En el pasado, algunos Gobiernos, al enfrentarse con deudas...

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