Roberto Newell / México 'Feuderal'

AutorRoberto Newell

Durante el Siglo 19, el principal reto de gobernar a México fue hacer frente a las fuerzas centrífugas que amenazaban con desmembrar al País. El Gobierno nacional en 1821 era tan débil, que las fuerzas centrífugas se expresaron casi de inmediato, primero en Guatemala y al poco rato en las demás provincias centroamericanas. La Constitución de 1824 parcialmente contrarrestó el temor de las provincias remotas sobre las prerrogativas y conductas del Gobierno nacional, hasta 1836. La decisión de establecer un gobierno central más poderoso detonó el levantamiento de la provincia texana que eventualmente condujo a su escisión.

La pérdida de Texas y la posterior guerra con Estados Unidos traumatizaron al País y causaron que las principales corrientes políticas buscaran formas de consolidar el poder del Gobierno nacional. A partir de esos eventos, hasta los federalistas más puros, como José María Luis Mora, daban prioridad al propósito de mantener la nación unida.

Formalmente, la Constitución de 1856 estableció una república que creaba espacios para que las diferencias regionales se pudieran manifestar. Pero en la práctica siempre se privilegió mantener la nación unida, sobre todo a partir de la Intervención Francesa. Uno de los pocos conceptos que unía a Liberales y Conservadores era ese propósito. Percibían que el País corría el riesgo de fraccionarse. Esto impartió legitimidad a gobiernos cuyas políticas de facto eran centralistas (los del Porfiriato y los del PRI) aunque formalmente México se ostentara como república federal.

El PRI resolvió el reto de mantener a la nación unida con base en un sistema Presidencialista que subordinaba a las estructuras e instituciones políticas y económicas a la autoridad del Presidente. Pero esta solución también fue transitoria. A partir de los años 70, el poder de la Presidencia empezó a erosionarse. El punto de inflexión fueron las elecciones federales de 1997, en las cuales el PRI perdió control de la Cámara de Diputados. A partir de esas elecciones, el Ejecutivo federal ya no determina la agenda nacional.

Las recientes negociaciones del presupuesto federal son parte de esa transformación. Uno de los principales bastiones del modelo centralista de gobierno, la SHCP, fue vencido. La debilidad del Gobierno federal fue patente en las negociaciones del paquete fiscal.

El problema es que el nuevo modelo de Gobierno nacional que está emergiendo no cuenta con las instituciones para operar eficazmente. El Gobierno...

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