Roger Bartra / Legitimidad en declive

AutorRoger Bartra

El gobierno del presidente Peña Nieto se sustenta en gran medida en el poder de los gobernadores priistas. Estos barones políticos son una pieza clave en la pirámide gubernamental, y su fortaleza apuntala la legitimidad de los dirigentes del PRI que retornaron al poder después de 12 años de ausencia. Los barones del sistema político son un eslabón muy importante en la cadena de mediaciones que une la base popular del régimen con la cúspide del aparato político. Esta estructura de mediación está compuesta por muchos operadores que trabajan como plomeros en los diferentes niveles de un vasto y complejo sistema de vasos comunicantes.

Se trata de una estructura mediadora fuerte, que hace años comenzó lentamente a debilitarse. Pero una cierta reactivación de estas mediaciones ayudó significativamente a que el PRI recuperase la Presidencia de la República. Hoy hay señales claras de que las viejas estructuras de mediación han dejado de funcionar con la eficacia que quisieran los gobernantes. Una señal de ello es el hecho de que, según una encuesta del Reforma de abril y junio, la aprobación que recibe el Presidente se mantiene en torno del 50%, con un aumento de la desaprobación que llega en julio al 38%. La aprobación a Peña Nieto está muy por debajo de la que tuvieron Vicente Fox y Felipe Calderón cuando estaban a la misma altura de su sexenio (65%). Además, los presidentes panistas gozaron de un bajo índice de desaprobación en los inicios de sus sexenios, de poco más del 20% (Enfoque, 4 de agosto, 2013).

¿Qué podemos descubrir detrás de esta pérdida de autoridad del gobierno? Las viejas mediaciones basadas en el caciquismo rural y sindical, en organizaciones sociales y en grupos locales de poder se han desgastado y han sido sustituidas por la radio, la televisión y la prensa, así como por formas de comunicación masiva como las redes sociales de twitteros y facebookeros. Se trata de mecanismos legitimadores, pero que contienen un filo crítico nuevo, carecen de funciones interactivas, no conforman canales de ascenso, ni son medios de control. Además, el gobierno del PRI no goza del llamado "bono democrático" que tuvieron Fox y, hasta cierto punto, Calderón. Este gobierno ya no es parte de la transición democrática, aunque sí es una de sus consecuencias.

Uno de los mejores analistas de la cultura política mexicana, José Antonio Aguilar Rivera, ha observado recientemente que las "estrategias de gobierno indirecto" (las mediaciones a las que me...

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