Roger Bartra / Retroizquierda

AutorRoger Bartra

Es una desgracia que, ante la inmensa corrupción del PRI, que se exhibe espectacularmente hoy con los dos Duartes prófugos, la izquierda no parezca estar preparada para convertirse en una alternativa. La izquierda mexicana se está enfrentando a un dañino proceso de retrogradación. Sus dos corrientes más visibles, la socialdemócrata y la populista, se encuentran contaminadas por la corrupción política. Los que se han proclamado como socialdemócratas, alojados principalmente en el PRD, se han desgastado a tal punto en las querellas con el populismo que han perdido buena parte de su fuerza y de su perfil. La ferocidad de las luchas intestinas en el PRD provocó la salida de los populistas, que fundaron Morena, pero el proceso deterioró profundamente al proyecto socialdemócrata. La corrupción del programa reformista se manifestó claramente cuando el presidente del PRD, un socialdemócrata convencido como Agustín Basave, se vio obligado a renunciar. Desde entonces la izquierda reformista se encuentra sumida en el desasosiego y todo indica que ha perdido el rumbo.

Por su lado, sometido a los antojos, a veces extravagantes, de su líder, el populismo ha entrado en un peculiar retroceso hacia posiciones típicas del viejo PRI. Con ello pretende atraer a algunos sectores atrasados que están deslumbrados por el aura de esplendor electoral que parece iluminar al cacique populista. Es posible que esta aura sea un mero espejismo provocado por un dirigente que corre en solitario por la pista electoral. En cuanto se definan los contendientes seguramente cambiará el panorama, especialmente si el candidato populista continúa, como es previsible, cometiendo disparates y derramando con profusión lo que hoy llamamos posverdades. Como he dicho en otras ocasiones, el problema central del populismo mexicano es que su líder se caracteriza por albergar ideas blandas dentro de una cabeza dura. Y sus ideas son cada día más blandas, muy lejanas del radicalismo que algunos le atribuyen. Pero esa blandura no es el reflejo de un programa sensato sino solamente la señal de un gran vacío ideológico. El mejor ejemplo es su...

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