Rosa María Mirón L. / Con o sin cuotas

AutorRosa María Mirón L.

La cuota de género es un recurso para la promoción de la equidad entre varones y mujeres que está presente en la legislación electoral federal y en la de siete entidades.1 La norma dispone que no podrá haber más del 70 u 80 por ciento de las candidaturas de los partidos políticos en manos de un mismo género. Este límite impone al género dominante la apertura de, al menos, un 20 por ciento de espacios para las mujeres, que durante más de un siglo han emprendido importantes esfuerzos por lograr el reconocimiento de sus derechos políticos.

A pesar de que en la mayoría de las legislaciones estatales que la adoptan la cuota de género está planteada más como una recomendación que como una obligación, la inclinación de los partidos políticos por cumplirla es más favorable en cada proceso electoral que se celebra.

Para comprender este avance es útil considerar que el escrutinio de la sociedad sobre la congruencia entre lo que dicen y lo que hacen, obliga a los partidos a ceñir su conducta dentro de los límites de la corrección política.

En apego a esto, hasta el proceso electoral federal del año 2000 los partidos cumplieron con postular a un 30 por ciento de mujeres, aunque reservaron para este género las candidaturas con menos probabilidades de éxito, bien porque contendían en distritos históricamente afines a otra filiación política o porque les asignaban los últimos lugares en las listas de representación proporcional.

Esta situación arrojaba pocas esperanzas sobre la efectividad de las cuotas de género como una forma de abrir los espacios de gobierno y representación al género femenino. Con o sin cuotas, los cargos de mayor relevancia seguían vedados a las mujeres y su participación en la política parecía estar reservada a brindar apoyo material y humano durante la realización de las campañas electorales.

Sin embargo, para la elección federal del 2003 y, sobre todo, para los comicios locales del Distrito Federal, las perspectivas cambiaron de manera drástica y los resultados animan a pensar que, después de todo, las cuotas de género han cumplido de manera satisfactoria con su propósito.

De ello da cuenta el hecho de que en la elección federal del 6 de julio, las mujeres consiguieron 23 por ciento de los escaños en la Cámara de Diputados. El porcentaje de diputadas federales mexicanas está 10 puntos arriba de la media mundial, de 12.9 por ciento,2 pero aún por debajo de lo observado en las tres primeras legislaturas de la Asamblea Legislativa...

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