Rosaura Barahona / Sólo un punto

AutorRosaura Barahona

Me han pedido escribir, "como experta que soy", sobre el conflicto educativo provocado por la CNTE.

No soy experta en educación. Y lo digo sin modestia. Tengo experiencia en ello porque toda mi vida he arado en esos campos, pero eso no me vuelve experta en nada.

Un experto es una persona conocedora y dedicada a estudiar todo lo vinculado con la educación, incluido lo administrativo y lo político. Yo me defiendo algo en lo académico, pero no en lo demás.

El conflicto de la CNTE no es un conflicto educativo, sino político que ha afectado, afecta y afectará lo educativo en nuestro país.

¿Cuál es la diferencia? Si fuera un conflicto educativo, la discusión giraría en torno al currículum, a la didáctica, a los recursos áulicos disponibles, a los horarios, a la capacitación, a las políticas de evaluación y a una larga lista de cosas cuyo centro es el educando, no el educador.

Por eso, si los educadores estuvieran actualizados, no tendrían por qué temer ser evaluados en cualquier momento, dado que conocerían muy bien su profesión. Eso es académico.

Su vínculo con el gremio tiene que ver con sus derechos y obligaciones, pero eso no es académico, aunque insistan en verlo así.

Ojo, no digo que sus derechos y obligaciones no sean importantes, pero al centrar la discusión en ellos, jamás se llega a lo académico. Por eso el conflicto es tan difícil de entender: porque mezclan todo e insisten en plantearlo como un problema educativo, cuando no lo es.

¿Significa eso que no tenemos, entonces, un problema educativo? No. Nuestro problema educativo es de proporciones gigantescas y, por desgracia, tanto en la educación pública como en la privada.

La educación privada se ha puesto de moda como un negocio redondo. Sí puede ser un negocio, pero no redondo porque exige y cuesta mucho si se toma en serio.

Es decir, quienes manejan la educación como un negocio redondo han contribuido y contribuyen a nuestro rezago educativo frente a otros países y, también, a la ineficacia y a la mediocridad que vivimos como país.

En la actualidad hay muchos sistemas educativos que pueden diferir entre sí, pero cuyo común denominador es tener al alumno como centro del proceso educativo y al maestro como un acompañante y facilitador (aunque no pocos maestros hacen exactamente lo contrario y son dificultadores).

En 1991 me encontré con la Organización del Bachillerato...

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