Rostros inmortales

AutorAlicia Boy

Fotorreportaje: Alicia Boy

MELBOURNE, Australia.- Como si fueran duendes, se asoman miles de esculturas que inmortalizan los rasgos de personajes aborígenes que influyeron en la vida de William Ricketts.

Este santuario, que lleva su mismo nombre, ha quedado como un legado que pretende transmitir uno de los mensajes más importantes de esta cultura: el amor a la naturaleza, donde ella es la madre de todos los seres y el hombre, el guardián de la tierra, la flora y la fauna.

Ricketts dejó claro en su obra que si el hombre nutre a la naturaleza, estará nutriendo su vida.

Las esculturas que creó Ricketts surgen entre troncos y maleza como si fueran guardianes del bosque, en alguna incluso hace un autorretrato; en otras, hombres viejos y sabios, y destaca el papel de la mujer como creadora, así como la inocencia de los niños jugando con animales y plantas.

Viajero y filósofo

William Ricketts nació en Richmond, Victoria, en 1898. Se estableció primero en Mount Dandenong en 1934. De 1949 a 1960 hizo viajes muy frecuentes al centro de Australia y vivió con las tribus Pitjantjatjara y Arrente, cuyas tradiciones y cultura inspiraron su obra.

Entre 1912 y 1920 empezó a tocar el violín, además de hacer joyería y modelado en barro. Las 92 esculturas que se encuentran en el santuario están hechas de "kiln fire clay", barro horneado a mil 200 grados centígrados.

Ricketts falleció a la edad de 94 años, después de haber desarrollado su lado espiritual más profundo en la India.

Veneración

William Ricketts, autor de esta obra, asimila el respeto y la veneración que los aborígenes tienen por la madre tierra, por...

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