Rubén Argüero: A 30 años del primer trasplante de corazón

AutorAntonio Bertrán

Gracias, doctor, y perdone tantas molestias", fueron las primeras palabras de José Fernando Tafoya Chávez al volver a la vida, con un nuevo corazón latiéndole en el pecho.

Al autor de la operación, Rubén Argüero Sánchez, se le hizo un nudo en la garganta y solo pudo darle al paciente unas suaves palmadas en ese pecho afortunado.

No importa que hayan pasado 30 años de que realizó el primer trasplante de corazón en México, el doctor Argüero se vuelve a emocionar al recordar la experiencia, en particular el momento, a las 22:03 horas del jueves 21 de julio de 1988, en que, tras una agónica espera, finalmente latió el músculo cardiaco que le había conectado a don José Fernando, un pensionado del Infonavit con 46 años.

"Se siente... se siente la emoción, ¡cómo no!", dice con la voz entrecortada en su oficina de la jefatura de Cirugía de la Facultad de Medicina de la UNAM, departamento al que hace medio siglo llegó a trabajar como profesor ayudante de técnica quirúrgica.

"Esa emoción cambió la vida de mucha gente, empezando por la vida del paciente que creyó en nosotros y que sabía que era la primera vez. Y no pensamos, honestamente lo digo, en que ya le gané a los cuates (cirujanos cardiovasculares), no, pero sí en que iniciaba algo que habíamos soñado, ¡uf!", (se vuelve a conmover).

La risa surge en el médico de 83 años cuando refiere que la célebre operación, en la que intervino un equipo de 33 especialistas, se hizo de manera "ilegal", incluso con la advertencia del entonces Secretario de Salud, Jesús Kumate, de que él no estaba enterado oficialmente y no aprobaba ningún programa de trasplante de corazón, así que si no resultaba exitoso el procedimiento "el paciente estaría 3 metros bajo tierra" y Argüero "probablemente 3 metros detrás de una reja".

Pero eso no arredró al cirujano cardiotorácico y sus colegas porque tenía la "idea obsesiva de hacer algo diferente". En una ocasión, a inicios de los años 1980, se habían preguntado ¿cuál es el reto? La respuesta fue: "El enfermo con insuficiencia cardiaca, el que mandan a su casa a morir". Así surgió un grupo de estudio en el que estaban, además de Argüero, Raúl Verdín, Omar Sánchez y Eliseo Portilla, entre otros.

Como si los hubiera atacado "una enfermedad no aguda sino esdrújula", los colegas se reunían para discutir literatura médica en el sótano del Hospital de Especialidades del Centro Médico La Raza; viajaban a los centros más avanzados en cirugía de corazón de Estados Unidos para prepararse y hasta reunían equipo quirúrgico de desecho que aún podría ser útil en el entrenamiento para el soñado momento.

El doctor Argüero suele contarlo con una chispa que, el pasado 25 de mayo, hizo que no pocas veces estallaran carcajadas entre los alumnos y médicos que asistieron a una charla -"no ponencia magistral"- organizada con motivo de la efeméride en el auditorio Dr. Alberto Guevara Rojas de la Facultad de Medicina.

"Nos robábamos el instrumental... Bueno, perdón, cambiaba de lugar porque teníamos amigos en los almacenes de desecho del Seguro Social, como el de Tepalcates, y además había otro donde estaban los trenes, allá en Tlalnepantla, en el que desechaban aparatos de anestesia que todavía medio servían, y de ahí rescatamos una bomba de circulación extracorpórea o corazón artificial, y de Tepalcates otra bomba".

Así se formó, "por debajo del agua", un servicio de cirugía cardiovascular en el Hospital de Especialidades del Centro Médico La Raza.

"Estábamos vetados para hacer cirugía cardiaca porque toda se hacía en el Hospital de Cardiología del Centro Medico Nacional Siglo XXI, que era el más equipado y dotado de personal", explica Agüero. "Pero ya teníamos atravesado el programa de trasplantes y estábamos haciendo cirugía en especialidades, con cierta regularidad, cuando surgió el donador".

Dos semanas antes del día que haría historia en la...

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