Rústicos encantos

AutorAnaline Cedillo

Fotos: Jorge Delgado

Enviados

PUERTO ESCONDIDO, Oaxaca.- En la riviera oaxaqueña, el viajero de naturaleza encuentra un destino inmejorable que logra sorprender por la variedad de actividades disponibles para componer el itinerario.

Además de avistar un cocodrilo de cuatro metros en su hábitat natural y conocer a una comunidad volcada en el turismo sustentable, esta riviera es el sitio ideal para darse una zambullida nocturna en una laguna con plancton que brilla en la oscuridad, pasear por bahías vírgenes y acercarse a una cooperativa dedicada a la producción de cosméticos 100 por ciento naturales.

NADAR ENTRE BRILLOS

Parece increíble que hace menos de dos horas aterrizamos en Puerto Escondido. Apenas nos dio tiempo para ponernos el traje de baño y dejar las maletas en el hotel. Esta noche, nos aseguran, es la ocasión perfecta para ver el fenómeno de bioluminiscencia que le ha dado fama a la Laguna de Manialtepec, localizada a 20 minutos del centro turístico. No había tiempo que perder.

Después de recorrer un tramo de la Carretera Federal 200, que se extiende a lo largo de la costa del Pacífico, la camioneta se detiene a pocos metros de un embarcadero donde encontramos a Lalo Escamilla, guía de Lalo Ecoturs, compañía dedicada a la observación y cuidado de las aves de la zona.

Equipados con chalecos salvavidas, abordamos una lancha de motor junto a una pareja de jóvenes viajeros provenientes del Distrito Federal. La iluminación artificial es escasa y en la medida que nos adentramos en la laguna ésta se pierde por completo. Quedamos sumidos en la oscuridad, que se rompe sólo cuando Lalo enciende su lámpara para indicarnos algún ave que se posa sobre el manglar o las redes de pesca en el agua.

Con la lancha aún en movimiento y los oídos saturados con el rugido del motor extiendo mi mano hasta tocar el agua. Por lo que veo, creo que estoy sugestionada por la explicación de nuestro guía: el agua de la laguna brilla en la oscuridad a consecuencia del plancton que, con el movimiento, emite luz o bioluminiscencia, como medida de protección.

La idea de la alucinación desaparece una vez que Lalo detiene el bote, apaga la lámpara y deja que nuestros ojos terminen de familiarizarse con la oscuridad. Para apreciar el fenómeno en su máxima espectacularidad, toca zambullirnos en el agua tibia e ignorar a los camarones y otros pececillos que naden junto a nosotros.

Después de la época de lluvias, entre septiembre y noviembre, son las mejores noches para la bioluminiscencia, especialmente aquellas sin Luna o cuando ésta no se puede ver.

Leves movimientos bastan para encender los brillos naturales del plancton, que momentáneamente queda adherido a la piel, cabello y traje de baño.

El efecto, semejante al chispeo de una luz de bengala, no...

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